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Política de género: Propuesta de educacion sexual inaceptable

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Patricia E. AcraSanto Domingo, RD

Para entender un poco mejor a la población infantil a la que le repercutiría directamente la implantación de la Política de Género, es necesario conocer las diferentes etapas del desarrollo humano y las pautas de educación sexual sugeridas para cada una de ellas.

Tempranamente el niño tiene muy poca curiosidad acerca de su propio cuerpo y, en condiciones normales, NO tienen ningún interés en establecer intercambio de carácter sexual con sus iguales. Este comportamiento en los menores es tan predecible y universal que la Academia de Pediatría sugiere estar atentos a aquellos niños que desean exhibirse continuamente o buscan tocar las partes privadas de otros niños, porque usualmente significa que han sido maltratados o abusados.

Hasta alrededor de los 6 años, el interés primordial y más importante, el que representa la garantía del sano desarrollo integral futuro de cada ser humano, es el vínculo afectivo que este niño, que esta niña, forma y consolida con sus padres, no con sus pares.

Es tanto así que, según la pirámide de jerarquía de necesidades humanas del famoso psicólogo Abraham Maslow, cuando un individuo no consigue sellar esta conexión afectiva tempranamente y de forma segura, provoca un trastorno tan profundo en su persona que incluso, de no sanarlo, altera su código genético (epigénesis) y no llega a conquistar el fin último de su existencia, su autorrealización personal.

De acuerdo con esto, las pautas para la educación sexual sugerida por la Academia de Pediatría en la etapa prepuberal descansan casi en su totalidad en manos de la familia, no de la escuela (Healthychildren.org):

1) Los padres deben enseñarles a sus hijos los nombres propios de todas las partes del cuerpo al que pertenecen biológicamente: a los varones se les enseña que tienen pene al igual que sus padres, y a las niñas que tienen vagina al igual que sus madres.

2) Los padres deben enseñarles a sus hijos que NO está bien que nadie fuera de ellos los vea o toque sus partes privadas.

3) Ningún adulto debe obligar a los niños a darle o recibir afecto si ellos no se sienten cómodos haciéndolo.

4) Los padres deben evitar que los niños se expongan a cualquier contenido sexual en lo que vean o escuchen a través de los ámbitos en los que se desenvuelvan, incluyendo en el ámbito escolar.

Sin embargo, la propuesta de educación sexual ofrecida por la Política de Género camina por senderos muy lejanos a esta guía oficial.

Desde bien chicos, la Política les enseña en las escuelas que “ser hombre o ser mujer va más allá de la forma que tiene tu cuerpo”, promueve que “tener pene y ser varón no es lo mismo, porque existen niños con vulva y niñas con pene.” Y, lejos de evitar la estimulación temprana del órgano sexual, como enfáticamente sugerimos, la Política de Género propone, desde las aulas de clases de primaria, la estimulación a través de la masturbación (llamada “Autoexploración”). Esta invitación la consideramos un abuso emocional al menor.

La identidad sexual (llamada “Identidad de Género”) depende en gran medida de la identificación de los niños, desde el mismo momento en que nacen, con los roles desempeñados por sus padres. Si los roles parentales no están equilibrados, si uno de los padres es abusivo física o verbalmente, está ausente, es severamente rígido y estricto o simplemente presente pero desvinculado afectivamente, o si el individuo ha sufrido un abuso sexual temprano no sanado apropiadamente, ese niño, esa niña, se cuestionará, muchas veces tempranamente, a quién desea parecerse en la adultez, si a “un papá” o a “una mamá”, y es de nuevo allí, en el núcleo de la familia, donde se fragua la identidad sexual y donde se puede sanar.

Imagínense entonces por un momento a ese ser humano tierno, con ausencia de roles parentales estables, a los que por otro lado la escuela le da abiertamente permiso a la posibilidad de asumir roles sexuales contrarios al natural, ese niño, esa niña insegura y en búsqueda de afecto y aceptación, fácilmente puede confundirse.

Por esta razón, también insistimos en la importancia de que cada niño y niña tenga un padre y una madre, no dos padres o dos madres, porque la presencia de parejas compuestas por iguales en sexo biológico, puede también confundir los roles y, en consecuencia, crear mayor conflicto de identidad sexual durante este importante período de definición.

Al llegar a la pubertad, las hormonas inician su actividad y el cuerpo del adolescente cambia radicalmente de tamaño y estructura.

El desarrollo inminente de los órganos sexuales se potencializa en esta etapa, con el propósito de eventualmente encaminar a ese individuo a una futura procreación; estableciéndose así, con claridad irrefutable, que el objetivo primordial por el cual nuestros órganos sexuales maduran es para conservar viva la especie humana a través de la reproducción.

Y, así como al comer y al beber sentimos placer en el paladar, así la sexualidad, conectada en el mismo punto del cerebro, está asociada a una sensación placentera. Nuestro Creador sabiamente lo dispuso de esta manera, con la intención de que el hombre y la mujer ejecutaran las actividades necesarias para mantenernos vivos en este planeta.

En otras palabras, si comer, el beber o el encuentro sexual hubieran resultado dolorosos o incómodos, el hombre las hubiera evitado y la especie humana hubiera perecido.

Durante la adolescencia, parte de la maduración psicológica reposa en el ensayo social (peer pressure). El joven necesita experimentar relacionarse fuera del ámbito del hogar y, en consecuencia, es de esperar que tome importancia para los adolescentes la relación con sus pares sobre sus padres.

Estudios recientes publicados por el Guttmacher Institute, establecen estadísticamente que iniciar la actividad sexual durante la adolescencia resulta en aumento en la tasa de embarazos, mayor tendencia a comportamiento promiscuos de adulto y a asumir otras “conductas de riesgo” a la salud, como son consumo excesivo de alcohol y adicción a las drogas.

Por esta razón, la Academia de Pediatría insiste en retrasar los encuentros sexuales en esta población vulnerable, para evitar convertir la actividad sexual a destiempo en un problema real de Salud Pública, e incentivamos a los jóvenes a relacionarse con sus iguales más bien a través del deporte, las artes, el estudio, la religión, la música o el teatro.

En resumen, en relación a la educación sexual de los jóvenes, la Academia de Pediatría es clara, concisa y precisa. Propone educar a los adolescentes a través de una sexualidad con propósito, autocontrol, cuidado y respeto de sus cuerpos y del de los demás. Los empoderamos a decir no al sexo temprano. Asimismo, el hablar sobre sexo y sexualidad debe quedar en manos de los padres, porque les brinda la oportunidad de compartir sus valores y creencias con sus hijos.

Los hijos necesitan saber que en todo momento pueden recurrir a una fuente constante, siempre presente, confiable y honesta para resolver sus dudas: Sus padres (Healthychildren.org).

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