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ENFOQUE

¿Qué son las verdaderas trampas?

A lo largo del último mes, China y la República Dominicana hemos celebrado, de manera entusiasmada y diversa, el primer aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países.

Los medios de comunicación locales han realizado una cobertura extensa, intensiva y positiva al respecto, reconociendo plenamente el significado histórico de este hecho y los logros alcanzados durante este año.

Recibo incesantemente los mensajes de felicitación y las flores de los amigos locales. Me gustaría aprovechar esta oportunidad para expresar mi sincera gratitud a todos los que vienen prestando su atención y apoyo a las relaciones sino-dominicanas.

Ataques sin fundamento

Asimismo, también he tomado nota de que surgen esporádicamente ruidos negativos locales debido a la influencia de las actuales campañas internacionales con la intención de “salpicar a China con agua sucia”. Abarcan aproximadamente tres aspectos:

1. atacar el sistema y el camino de China para sembrar supuestas amenazas ideológicas.

2. Especular sobre las intenciones estratégicas de China en América Latina, exagerando falsamente que el establecimiento y desarrollo de relaciones entre China y los países pertinentes afectan a la estabilidad regional.

3. Orquestar campañas sensacionalistas sobre la “trampa de endeudamiento” de China y la “teoría de la corrupción” de las empresas chinas, para propagar la supuesta amenaza económica de China.

Estos argumentos llenos de prejuicios carecen de cualquier fundamento y no tienen repercusión alguna.

Hechos y políticas

que desmienten

Este año se cumple el 70∫ aniversario de la fundación de la República Popular China.

China ha recorrido las 7 décadas superando innumerables ataques y obstáculos, explorando constantemente el camino de desarrollo acorde con sus propias condiciones nacionales y practicando el socialismo con peculiaridades chinas. Ha crecido de un país con una base industrial casi inexistente a la segunda economía mundial, con mayor volumen de comercio de bienes del mundo y mayor reserva de divisas, y es el mayor socio comercial de más de 130 países.

En los últimos 40 años, casi 800 millones de personas en China se han liberado de la pobreza extrema, cifras que contribuyen, en más del 70%, a la reducción de la pobreza a nivel mundial. En los últimos 20 años, de los 5.39 millones de kilómetros cuadrados de áreas verdes nuevas en el mundo, una cuarta parte corresponde a China.

Los derechos, el bienestar y el nivel de felicidad que gozan los chinos han alcanzado un nivel nunca visto en la historia. Los hechos han demostrado que bajo el liderazgo del Partido Comunista de China, el pueblo chino ha encontrado un camino adecuado para su propio desarrollo, y tenemos más confianza que nunca en nuestro propio camino, sistema, teorías y cultura.

El Partido Comunista de China es un partido que trabaja por la felicidad del pueblo chino y un partido que lucha por la causa del progreso humano.

Creemos que el mundo siempre ha sido diverso y plural. Cada país tiene sus propias condiciones nacionales y debe, antes que nada, dejar bien hechos sus propios deberes. No “importamos” modelos extranjeros, ni “exportamos” el modelo chino, ni pediremos a otros países que “copien” el modelo chino.

Los chinos siempre hemos abogamos por que “todo bajo el cielo es la misma familia”. Ya en los años 70 del siglo pasado, China prometió nunca buscar la hegemonía.

Frente a los numerosos desafíos globales actuales, el presidente Xi Jinping propuso construir una comunidad del destino de la humanidad como una opción aportada por China, y la iniciativa de la Franja y la Ruta basada el principio de consultar, construir y compartir, en aras de trabajar juntos con esfuerzos comunes y solidarios para convertir nuestro planeta en una gran familia armoniosa.

Por eso, nos oponemos a la interferencia en los asuntos internos y no buscamos las llamadas esferas de influencia, sino que abogamos por el camino del desarrollo pacífico y esperamos que todos los países hagan lo mismo.

En los últimos años, varios países rompieron las supuestas relaciones diplomáticas con Taiwán y han formalizado relaciones con China sin condiciones económicas previas. Todas estas decisiones han sido tomadas por iniciativa propia de esos países en adaptación a la tendencia histórica. Estos hechos no tienen nada que ver con la llamada seducción o atracción de los chinos, ni menos son factores desestabilizadores para la región.

El nivel de cooperación práctica entre China y los países en desarrollo ha mejorado continuamente, y la magnitud del comercio y la inversión ha crecido sustancialmente. Este es un proceso natural de la nueva era en que las ventajas complementarias entre China y las regiones y países concernientes se vienen desplegando gradualmente.

El gobierno chino siempre se ha adherido a los principios de “papel protagónico empresarial, orientación gubernamental, operación de mercado y ganancia compartida” y exige que las empresas chinas deban actuar de acuerdo con las reglas internacionales y las del mercado, y asumir sus responsabilidades sociales.

Lo que quiero enfatizar es que en caso de que una compañía china contravenga las normas establecidas, el primero que dirá “no” será el gobierno chino. De hecho, las empresas chinas han operado legalmente en América Latina y otras regiones y se han convertido en participantes activos en el desarrollo social y económico local. La planta de tratamiento de aguas residuales Kingsmill construida por la Corporación de Aluminio de China (Chinalco) en Perú puso fin fundamentalmente a la contaminación del agua en el área minera local durante 70 años y el impacto de las aguas residuales para los 900,000 residentes.

La central hidroeléctrica CocaCodo-Sinclair en Ecuador ha resistido la prueba del terremoto de magnitud 7.8 grados en 2016, cubriendo un tercio de la demanda de electricidad del país, convirtiendo al Ecuador en un país exportador de electricidad, ahorrando 600 millones de dólares anualmente en gastos de energía y aumentando el porcentaje de la energía limpia al 85%, creando cerca de 8,000 empleos directos locales.

La llamada “trampa de endeudamiento” de China no existe en absoluto. El problema de la deuda tiene un complejo trasfondo histórico y actual.

En esencia, no solo es un problema económico y financiero, sino también un producto de un orden económico internacional injusto e irracional.

Los préstamos proporcionados por la parte china nunca están acompañados de ninguna condición política. Aun cuando existen disposiciones relativas a elementos chinos, están en línea con las prácticas internacionales como la OCDE.

Estamos muy atentos a la sostenibilidad de las deudas de los países receptores, respetamos plenamente los deseos de los gobiernos concernientes e invertimos los fondos en áreas tales como infraestructura donde existen imperiosas necesidades y brechas de financiamiento, por lo que son bien recibidos por los gobiernos y las personas de los países receptores.

Hasta la fecha, ningún país se ha caído en una crisis de deuda debido a la cooperación con China.

Hace pocos días, 150 países y 92 organizaciones internacionales asistieron al II Foro de Cooperación Internacional de la Franja y la Ruta en Beijing, votando a favor con acción concreta la diplomacia y la política de cooperación exterior de China.

El presidente Xi Jinping señaló que debemos adherirnos al concepto de apertura, desarrollo verde e integridad, y esforzarnos por alcanzar las metas de alto estándar, bienestar del pueblo y sostenibilidad. Esto significa que la cooperación internacional de la ruta de la seda ha entrado en una nueva etapa. Cuidado con las trampas verdaderas.

Las verdaderas trampas que debemos alertar son: la politización de asuntos comerciales, la securitización de los asuntos tecnológicos, la externalización de los asuntos internos y la ideologización de los asuntos internacionales. La relación entre China y la República Dominicana es una “agenda positiva” completamente justa y transparente. Es un “proyecto feliz” que trae bienestar. Con rumbo acertado vamos a preservar el buen entorno de negocios y garantizar el desarrollo sano y estable de las relaciones bilaterales.

El autor es Embajador de China en la República Dominicana

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