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UNA METRÓPOLIS ENFERMA

Santo Domingo: más allá de los museos y la Ciudad Colonial

Para la arquitecta Edda Grullón, directora de Patrimonio Monumental, “darle importancia a lo que tenemos da cada vez más trabajo”.

El patrimonio histórico (cultural, monumental, tangible e inmaterial) da la cara por una metrópolis de cuatro millones de habitantes amenazada por la inseguridad, la basura, el caos en el transporte, el hacinamiento, las deficiencias en el sector salud y el desorden en la planificación de su crecimiento urbano.

¿Pero qué hay más allá de los atractivos emblemáticos del Distrito Nacional: la Ciudad Colonial y los museos de la Plaza de la Cultura?

Tanto la capital de la República como el Gran Santo Domingo cuentan con espacios, edificaciones, monumentos y tradiciones considerados patrimonios culturales que destacan por su valor recreativo, folclórico o turístico y cuya buena gestión contribuye a aumentar la riqueza cultural y económica de los enclaves donde están ubicados.

De una selección de los principales 10 atractivos, seis están distribuidos en los municipios de la provincia. Sin embargo, ¿por qué no reciben tantas visitas como el centro histórico y los museos?

La visión de muchos usuarios dominicanos es que se trata de lugares descuidados o poco atractivos y los más conocidos solo se visualizan como opción para los feriados o como curiosidad turística cuando aparecen en los medios de comunicación.

¿Pero es realmente así? ¿Conoce y valora el ciudadano sus monumentos, sitios arqueológicos y tradiciones?

De 20 ciudadanos adultos consultados al azar por Listín Diario, solo tres habían oído hablar de las Ruinas de Engombe, apenas dos habían visitado el Parque Nacional Los Tres Ojos y ninguno sabía que en la margen oriental del río Ozama se construyó la primera capilla del Nuevo Mundo.

Ahora, los usuarios que sí disfrutan y “consumen” su patrimonio señalan que la inseguridad durante las visitas, las deficiencias en las infraestructuras, la desinformación sobre los permisos y reglas de uso y los problemas de acceso impiden que más dominicanos se interesen en visitarlos.

Además, más allá de los museos y de los atractivos de la Ciudad Colonial no existen rutas culturales ni programas especiales permanentes que involucren a las comunidades en su uso y cuidado.

LA PRIMADA DE AMÉRICA

El es destino urbano más visitado del país. En el año 2017 recibió unos 682,000 visitantes. Según datos del Programa de Fomento al Turismo de la Ciudad Colonial, en los últimos ocho años, gracias a las intervenciones físicas y a las propuestas culturales permanentes (festivales, talleres y rutas turísticas), las visitas se incrementaron en un 64%. La Ciudad Colonial es, de hecho, el único lugar del Gran Santo Domingo en el que se puede pasear y disfrutar de todos los servicios que promueve el turismo y la cultura del ocio: las primacías de América que le valieron su inclusión en la lista del Patrimonio de la Humanidad en 1990, cultura, monumentos, parques, circuitos, festivales, tiendas, bares y restaurantes. ¿Las quejas que más repiten los visitantes? La inseguridad en las noches, la lentitud en el inicio del cableado soterrado y la falta de parqueos, pero las autoridades de Cultura y Turismo insisten en que, en lo adelante, dado que este último problema no tiene solución a corto plazo, promoverán el lugar como una zona de ‘vocación’ peatonal.

CUIDADO CON EL PATRIMONIO INMATERIAL

Comunidades como Villa Mella (Cofradía de los Congos del Espíritu Santo), Guerra (el Negro de la Joya) y Boca Chica (gagá) cuentan con tradiciones que atraen a un gran público.

Ahora, más allá del turismo y sus buenas intenciones, hay un asunto relacionado con el patrimonio inmaterial que de acuerdo con la investigadora dominicana Xiomarita Pérez, primera directora Nacional de Folklore, hay que tomar en cuenta al momento de promoverlo como atractivo.

Manifestaciones como los rituales religiosos y ciertas fiestas carnavalescas se realizan en lugares y en condiciones específicos que no deberían manipularse solo para complacer al público turista, opina la curadora de contenido folclórico.

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