Atracadores operan en entorno de comercios

La inseguridad, desconfianza, temor y sentimiento de incertidumbre, son los que predominan en el interior de las personas al momento de salir a las calles y, en muchas ocasiones, al estar en sus propias casas, debido a la creciente ola de delincuencia que ataca constantemente diferentes lugares del país.

A través de las redes sociales, varios ciudadanos, víctimas de la delincuencia en lugares comerciales, expusieron sus casos.

Joel Suriel “Yo acababa de comprar algo en Jumbo de Megacentro, y me senté, y ahí mismo me quitaron los zapatos, no me di cuenta”.

Leidys Ramírez “Estaba de compra en Almacenes Rodríguez de la Duarte. Mientras miraba mercancías, me dice una chica que trabajaba en la tienda que revisara mi cartera. Al revisar se habían llevado celular y un libro. Lo peor fue que una gondolera me dijo que vio todo, pero que no podía hablar”.

Caso Escarlin Pozo Era viernes trece por la noche. Un día de mal presagio para muchos, pero para mí siempre ha sido un día normal.

En la tarde de aquel día, luego de culminar una jornada de labor, quedé junto a una compañera y amiga de trabajo visitar el centro comercial Ágora Mall para hacer varias diligencias.

Luego de varias semanas sin celular me dirigí a retirarlo. ¡Por fin! Lo tenía en mis manos, había reunido ese dinero con tanto esfuerzo, y producto a ese sacrificio, mis manos pudieron sostenerlo.

Al estar en el centro, aprovechamos la ocasión para comprar varios regalos, ya que se avecinaba el Día del Padre.

Al culminar las diligencias, me dispuse a salir con mi cartera blanca en el hombro y dos bolsas de regalo en mano. Ya en el exterior, divisé desde lejos un carro color blanco en frente, que en su interior tenía un chofer haciendo con su mano izquierda la señal “Quinto Centenario”.

Me incorporé en la parte trasera del vehículo e inmediatamente una mujer se introdujo en la parte delantera. Más adelante, frente al mismo centro, se incorporaron dos hombres.

El ‘modus operandi’ de aquellos atracadores fue abordar el vehículo de manera separada, como si no se conocieran, para demostrar que se dirigían a destinos diferentes.

En el acto, uno de ellos se dispuso a pagar dos pasajes, alegando que preferiría pagar más dinero en búsqueda de confort.

Un silencio que entorpecía se apoderó de todo el espacio del carro público. El aire denso y frío que respiré, durante todo el recorrido, me presagió que algo negativo sucedería.

Los movimientos bruscos de aquel hombre que se encontraba a mi lado, revelaron el nerviosismo que en su interior existía, al avecinarse el instante en que su compañero diría: déjame chofer. ¡Esto es un atraco!

En fracciones de segundos, uno de ellos apuntó con un arma a la joven del asiento delantero, que según el chofer era una “negra de 9 MM”. Mientras el hombre corpulento me arrebataba la cartera de mis manos y, con ella, todas las pertenencias que había adentro.

En las inmediaciones de Villa María pidieron parada. Solo los vi difuminarse en la distancia, mientras entraban por un callejón de aquel sector con nuestras pertenencias en sus manos.