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LA HERENCIA DEL DOLOR

Las pesadillas de la tortura

CARLOS BÁEZ BRUGAL RELATA LOS CRUELES SUPLICIOS QUE EXPERIMENTÓ SU PADRE EN LAS MAZMORRAS DE LA DICTADURA

Huellas. El arquitecto Carlos Báez Brugal reveló que su padre despertaba con unas pesadillas horribles y unos alaridos espeluznantes.

Huellas. El arquitecto Carlos Báez Brugal reveló que su padre despertaba con unas pesadillas horribles y unos alaridos espeluznantes.

En su mente siguen clavados, como un aguijón doloroso, los sobresaltos de su padre en las noches, a quien la crueldad de la tortura lo lastimó hasta el último momento de su vida, hace once años.

“Yo no puedo olvidar”, dice el arquitecto Carlos Báez Brugal, hijo de Tomás Báez Díaz, un historiador y diplomático que fue encarcelado y cruelmente torturado durante la persecución que se desató contra todo lo que oliera a participantes en el ajusticiamiento de Trujillo. Su padre era hermano de Miguel Ángel Báez y primo de Juan Tomás y Modesto Díaz.

Fue el primer presidente de la Fundación Héroes del 30 de Mayo y autor de la obra, “En las garras del terror”, donde describe los vejámenes y torturas durante su encierro de cinco meses y medio en las cárceles de La Victoria, La 40 y El 9.

Báez Brugal considera que las dictaduras tienen sus efectos hasta hoy en las sociedades, especialmente por los desacertados gobiernos que les sucedieron, y por haber mantenido sus atrocidades en la impunidad.

“Pero también en los familiares, porque hay una serie de secuelas que quedan en los hijos, otros parientes y todas las víctimas, que fueron torturadas o asesinadas que no se borran fácilmente”, indicó.

Siendo el hijo menor, tuvo la dolorosa experiencia de vivir los efectos que provocaron en su padre las atroces torturas. Le rompieron dos discos de la columna vertebral, tuvo una lesión en un ojo, lo sentaron en la silla eléctrica y le aplicaron bastones eléctricos en los testículos y la llamada “verga de toro”.

“Mi padre despertaba en las noches con unas pesadillas terribles, con unos alaridos espeluznantes a mitad de la madrugada, y nosotros, sus hijos, lo vivimos, y quizás yo más, porque al ser el más pequeño pasaba más tiempo con él en la casa”, recordó.

Báez Brugal, quien tenía apenas dos años cuando apresaron a su progenitor, refiere que estos son recuerdos imborrables de tiempos terribles, ya que en ocasiones su padre abandonaba la cama y amanecía durmiendo en el baño por el trauma arrastrado del encierro y la tortura.

Dijo que para él fue frustrante descubrir, hace poco tiempo, que como adolescente, incluso, jugó béisbol y compartió salones de clases con los hijos de aquellos que fueron los verdugos de su padre.

“Lo lamentable es que a casi 57 años de la decapitación de la dictadura haya tanto desconocimiento de lo que fue ese régimen tan despiadado, donde se cometió tanto terrorismo desde el Estado y que se dañó a tanta gente”, agregó.

Deploró que en los textos escolares la parte relativa a la dictadura esté tan superficialmente tratada y citó el pago de la deuda externa, presentado como un logro de Trujillo, cuando en realidad se hizo un cambio de deuda externa por deuda interna, en virtud de un préstamo con el Banco de Reservas que nunca se pagó.

Báez Brugal indicó que en comentarios que expone la gente en populares redes sociales, como Twitter, Facebook e Instagram, se nota un desconocimiento bárbaro de lo que fue la dictadura. “La gente no se imagina que esas redes sociales no existieran si hubiera una dictadura, y que por el sacrificio de la inmolación de los héroes del 30 de Mayo y de tanta sangre que se derramó en ese período, hoy podemos nosotros escribir y expresar todo lo que pensamos”.

Consideró que una parte de la población no aprecia eso y por eso hay tantos “nostálgicos de la dictadura” y jóvenes que se expresan de esa manera por desconocimiento, incluso con páginas como “Trujillo ven a ver”.

Amoralidad que el nieto aspire El hijo menor de Tomás Báez Díaz califica como una amoralidad que Ramfis Domínguez Trujillo, nieto del dictador Rafael Trujillo, aspire a la Presidencia de la República con tantos muertos que arrastra ese período de la historia dominicana.

Refirió que en Alemania los descendientes de personas vinculadas con Adolfo Hitler y el nazismo han obligado a sus abuelos y otros parientes a pedir perdón.

Considera que aunque nadie debe heredar las culpas de sus padres y abuelos, en el caso de Domínguez Trujillo, afirma que constituye una amoralidad que enrostre a la sociedad logros de su abuelo que son falsos, tergiversando la verdadera historia y haciendo un revisionismo histórico peyorativo con el único objetivo de sacar capital político.

“Yo pienso que ese tipo de persona debería andar en bajo perfil y con el rostro hacia abajo por la vergüenza”, añadió.

Recordó los asesinatos atroces de Virgilio Martínez Reyna y su esposa embarazada; de las hermanas Mirabal vilmente masacradas a palos, y hasta niños ahorcados con el famoso “tortor”, dos palitos que eran apretados hasta romperles la tráquea.

Para él, es penoso que la mayoría de esos torturadores no hayan sido castigados y que, incluso, algunos se paseen libremente por las calles, contrario a lo que ha ocurrido en países como Chile, Uruguay y Argentina.

“Lamentablemente en este país la impunidad siempre ha campeado por sus fueros. Los crímenes de la dictadura se quedaron en la oscuridad”, indicó.

Se define como un abanderado de un régimen de derecho donde predomine el imperio de la ley y que permita juzgar a todos por igual. El día que se acabe la frase “tú sabes quién soy yo” -expresó- República Dominicana quizás comience a progresar.

No considera a su padre un héroe, sino una víctima, ya que no tuvo una participación tan activa en el complot contra Trujillo. “Él fue una víctima solo por ser familiar de quienes sí fueron héroes del 30 de Mayo”.

Se siente orgulloso de llevar el apellido de su padre y de sus tíos Juan Tomás y Modesto Díaz, porque ese acto heroico del 30 de mayo de 1961 permitió al pueblo dominicano comenzar a visualizar la vida en democracia y libertad.

Cree, sin embargo, que sí hay una herencia de dolor, especialmente para aquellos que no tienen ni siquiera un cuerpo de sus familiares asesinados.

Sugirió crear una Comisión de la Verdad que se encargue de investigar todos esos crímenes de lesa humanidad que nunca prescriben, y también erigir un monumento en honor a los desaparecidos.

Criticó la política de “borrón y cuenta nueva” que siempre ha prevalecido en el país porque ha permitido apañar crímenes horrendos. “Hay una deuda de la sociedad y de todos los gobernantes que han pasado por ahí con darles un castigo a todos esos verdugos, y enseñar que las dictaduras son malas; son sombra, sangre, y son dolo”, indicó.

“Los Trujillo salieron del país, pero el trujillismo nunca se apagó”, apostilló. Y como una muestra fehaciente destaca que la capilla del Palacio Nacional todavía se llama San Rafael, el nombre que se le dio para honrar al dictador.

Le agradece a su padre, a quien define como un hombre noble y honesto, que lo crió sin odio hacia sus verdugos, pero asegura que no puede olvidar y sentarse en una mesa con alguien vinculado a esa horrenda época.

Recuerda que su padre fue un burócrata que ocupó cargos importantes en la administración pública y nunca salió con las manos manchadas.

De los familiares del dictador dice que nunca se han sentido avergonzados por las atrocidades cometidas por Trujillo y, por el contrario, su principal empeño es alabarlo y resaltar una historia diferente de su régimen.

Réplica. Silla en la que fue torturado Tomás Báez Díaz.

Tomás Báez Díaz. Fue torturado en las cárceles El 9 y La 40.

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