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EL TEMOR A QUE SE MUEVA

El país no está preparado para un gran terremoto

EXPERTOS EN SISMOLOGÍA MENCIONAN COMO ASPECTOS PREOCUPANTES LAS CONSTRUCCIONES SOBRE SUELOS BLANDOS QUE AMPLIFICAN EL ESPECTRO SÍSMICO Y LAS EDIFICACIONES INFORMALES LEVANTADAS SIN NINGUNA SUPERVISIÓN DEL ESTADO

El director del Instituto Dominicano de Sismología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Eugenio Polanco, muestra un mapa de la isla Española donde se observan las principales fallas geológicas y las estaciones de monitoreo de sismos que la entidad tiene instaladas en todo el territorio nacional.

El director del Instituto Dominicano de Sismología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Eugenio Polanco, muestra un mapa de la isla Española donde se observan las principales fallas geológicas y las estaciones de monitoreo de sismos que la entidad tiene instaladas en todo el territorio nacional.

Cuando se les pregunta a expertos en sismología si el país está preparado para enfrentar terremotos de gran magnitud, similares a los ocurridos recientemente en México, la respuesta es tajante: “Definitivamente, no”.

“Si aquí ocurriese un terremoto como el del 4 de agosto de 1946, que fue de magnitud 8.1, nos dejaría tierra arrasada en muchas zonas importantes”, precisó el geólogo Osiris de León, quien explicó que los edificios que colapsaron con los recientes sismos en México y también con el terremoto del 12 de enero de 2010 en Haití, incluido el Palacio Nacional de esa nación, se debió a que estaban construidos en suelo arcilloso o blando.

Entre las zonas con edificaciones vulnerables citó a los sectores Los Prados, San Gerónimo, La Castellana, Los Alcarrizos, Santo Domingo Norte, Jardines del Norte y Los Ríos, en la capital, así como Santiago, La Vega, Bonao, San Francisco de Macorís, Salcedo, Tenares, Villa Tapia, Arenoso y Nagua, en la parte nordeste.

El experto indicó que los viejos edificios de la Zona Colonial de Santo Domingo siguen en pie, pese a que han soportado ocho grandes terremotos, porque están construidos sobre rocas calizas rígidas que atenúan el efecto sísmico.

Consideró que ese criterio no se está tomando en cuenta aquí a la hora de construir escuelas, iglesias, hospitales, estadios, torres residenciales y otros lugares que acogen a grandes cantidades de personas. “Después de haber visto el terremoto de Haití, los recientes en México y lo que pasó en Puerto Plata el 22 de septiembre de 2003, donde un temblor de 6.5 nos echó al suelo muchas edificaciones, deberíamos estar cambiando el criterio para las construcciones en el país”, agregó.

Sugirió al Estado tener diseños de construcción para los diferentes tipos de suelo y, en el caso de los blandos, obligar a los constructores a remover la capa superior de los suelos flexibles y a colocar un aislante sísmico entre la zapata y la columna.

En la isla Española hay entre 12 o 14 fallas sísmicamente activas, y dos de ellas con potencial para producir terremotos de magnitud superior a 7 y maremotos: La Atlántica, que cruza al norte de Monte Cristi, Puerto Plata, Río San Juan y Samaná, y la Enriquillo, en el Sur, que recorre a Puerto Príncipe, Jimaní, Duvergé, Barahona, Azua, Baní, San Cristóbal, Santo Domingo, Higüey y la zona sur de Puerto Rico.

Otras dos fallas con alto potencial sísmico son las ubicadas en la Trinchera de los Muertos, que en una ocasión provocó un temblor que destruyó a Azua, y la de Ocoa, que ha generado sismos de hasta 6.5 en la escala de Richter. Desde 1562 hasta 2010, la isla Española ha sido estremecida por ocho grandes terremotos, siendo el de mayor intensidad el de 8.1 del 4 de agosto de 1946, en Nagua, donde también provocó un tsunami que inundó a la comunidad Matancitas.

El geólogo De León exhortó a realizar un estudio de vulnerabilidad en los edificios públicos, a nivel de suelo y de diseño estructural, tal y como dispuso en Estados Unidos el presidente Barack Obama mediante una orden ejecutiva, con el objetivo de reforzarlas y hacerlas sismo-resistentes.

“Cada día que pasa estamos más expuestos a que se repita un evento sísmico mayor como el del 4 de agosto de 1946”, advirtió De León, quien aclara que su intención no es alarmar, sino llamar la atención del gobierno, de los constructores de viviendas y del Colegio Dominicano de Ingenieros y Arquitectos (Codia), en su condición de asesor del Estado en esa materia, para que el país no continúe de espaldas ante el alto nivel de vulnerabilidad sísmica que prevalece en República Dominicana.

Lamentó que no exista un régimen de consecuencias para someter a la justicia a los constructores de estructuras colapsadas o averiadas por cualquier evento menor, especialmente en edificaciones que albergan mucha gente, como escuelas, hospitales y estadios.

El experto propuso incluir en el currículo escolar la asignatura “Desastres Naturales” para instruir a los estudiantes desde los niveles básico y medio sobre cómo responder ante fenómenos como huracanes y terremotos.

Resilencia tras un sismo El presidente de la Sociedad Dominicana de Sismología e Ingeniería Sísmica (Sodosísmica), Leonardo Reyes Madera, advirtió que con un terremoto por encima de 7 en República Dominicana “hay que esperar muchos edificios en el suelo y mucha gente muerta”.

El profesional de la ingeniería considera que en el país no estamos preparados para un sismo de gran magnitud porque tradicionalmente “no somos preventivos”.

Precisó que en enero de este año acudió a la XVI Conferencia Mundial de Ingeniería Sísmica y allí no se habló de edificios colapsados, sino de que tan rápido las ciudades son capaces de retornar a su vida normal después de un terremoto. “¿Por qué? Porque ya tenemos códigos que nos permiten hacer diseños sismo-resistentes. Y el nuestro aprobado en 2011 es un reglamento que si se aplica tendríamos edificaciones más seguras, sin ninguna duda”, agregó Reyes Madera, quien indicó que le preocupa cómo se trasladarían heridos a hospitales si quedan inhabilitados los puentes, pasos a desnivel o elevados que comunican a las ciudades, así como la posibilidad de remover escombros de estructuras colapsadas para salvar vidas.

Sugirió evaluar los pasos a desnivel, el túnel de la 27, puentes de ciudades y los que unen una comunidad con otra y las vías alternas para garantizar la movilidad luego de un sismo. “Porque de que el terremoto viene, viene, de que va a tumbar cosas, las va a tumbar por encima de los que dicen que no, porque esto pasa en todas partes del mundo, y nosotros no somos la excepción”, añadió.

El ingeniero exhorta a evaluar cerca de 6,000 escuelas en condición de vulnerabilidad, incluidas 200 ubicadas sobre fallas sísmicas activas, así como hospitales que se requiere mantener en operación luego de un sismo de gran magnitud. “Si te digo las escuelas hay que revisarlas y reforzarlas, y viene uno y dice no, no hay que hacer nada. Quién va a responder cuando se caigan las escuelas y mueran miles de niños. Cuando yo te digo a ti que el hospital de las Fuerzas Armadas hay que reforzarlo, porque se hizo una evaluación de índice de seguridad hospitalaria y ese hospital tiene los 100 números para sacarse la lotería y caerse a la hora de un terremoto de magnitud 7. Eso yo lo digo porque mi compromiso no es con nadie, es con la vida”.

El presidente de Sodosísmica dijo que no se trata de criticar a las autoridades o alarmar a la población, sino que como país tenemos un problema real al que se le debe dar el frente. Recordó que luego del temblor del 2003 en Puerto Plata que afectó el 50% de edificios de esa provincia, una comisión del Departamento de Estado de Estados Unidos evaluó diversas edificaciones del Distrito Nacional y determinó que 90% pueden tener problemas en el primer piso con un terremoto.

Falta tenacidad Para Eugenio Polanco, director del Instituto de Sismología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), la vulnerabilidad sísmica del país amerita una atención continua y no exclusivamente cuando ocurre un temblor que alarma a la sociedad dominicana o cuando alguna otra nación padece el embate de un gran terremoto.

“En el país se han hecho esfuerzos para reducir el nivel de riesgos, de un posible impacto, pero falta mucho por hacer”, precisó el experto en Sismología, quien exhorta a tratar el tema con mayor tenacidad para establecer en República Dominicana una cultura de prevención y de mitigación de desastres.

Polanco entiende que el desarrollo de cualquier país debe tomar en cuenta los riesgos con una mayor inversión de su presupuesto en esa área y la participación también del sector privado que posee la mayoría de las edificaciones, pues un sismo “en apenas segundos nos echa al suelo todo lo que nos ha costado una vida”.

Consideró que durante décadas el país ha creado riesgos mediante construcciones deficientes que no se pueden subsanar en poco tiempo.

“Se ha construido durante años sin tomar en cuenta el problema sísmico. Ahora tenemos el problema y queremos resolverlo, pero no podemos resolverlo de golpe porque implica muchos recursos”.

El Instituto de Sismología cuenta con 50 estaciones de monitoreo a escala nacional, 23 sísmicas y 27 acelerográficas usadas para obtener información valiosa que permita mejorar la prevención, mitigación y alerta frente a eventos sísmicos.

La entidad tiene un presupuesto cercano a RD$60 millones que se agota mayormente en personal con servicio las 24 horas del día y mantenimiento de equipos, pero ha logrado con sus escasos recursos y el apoyo de la UASD capacitar técnicos de alto nivel.

Tiene la necesidad de vehículos para fortalecer la labor de monitoreo, adquirir nuevos equipos y repuestos para mantener una red que Polanco considera una de las más densas del Caribe.

Polanco llamó a superar la histórica insensibilidad con el tema sísmico y su advertencia no puede ser más clara: “Si observamos los barrios en Santo Domingo, como vive la gente, el día en que ocurra un gran sismo, no se sabe lo que pasará”.

El arquitecto dijo que ya lograron articular a todas las instituciones vinculadas al tema y también un plan nacional de reducción de riesgos sísmicos, con metas y acciones específicas.

Labour Féliz dijo que a ese plan se le da seguimiento a través de la Comisión Nacional de Emergencias (COE), con una mesa de articulación que tiene cuatro meses funcionando, lo que ha permitido iniciar la revisión del Código Sísmico aprobado en 2011 para adecuarlo a la realidad actual, con el apoyo de expertos de Japón, Chile y México.

El funcionario explicó que con los ministerios de Educación y Salud Pública también comenzaron la evaluación de escuelas y hospitales para intervenir aquellas estructuras que se construyeron sin los criterios antisísmicos.

“Se han estado georeferenciando todos los planteles escolares en el territorio nacional para saber dónde están ubicados y tener un orden de prioridad con aquellas que fueron construidas sobre fallas o cercanas a fallas sísmicas”, agregó.

El director general de Onesvie dijo que el Ministerio de Obras Públicas actúa con rigurosidad en las exigencias de las normas sísmicas para poder construir dentro de los parámetros de legalidad. “El problema está en la supervisión, ahí tenemos que avanzar un poco más, y en crear conciencia entre los constructores y de cada individuo involucrado en el proceso de construcción”, añadió.

Refirió que incluso en la Escuela de Gestión de Riesgos y Antidesastres se imparten cursos y talleres a maestros constructores para que tengan un conocimiento básico y la conciencia de por qué deben respetar los procesos constructivos. “Nosostros como Onesvie estamos en la creación de un Banco de Evaluadores a nivel nacional. Ahora mismo hay unos 600 ingenieros que han recibido capacitación para evaluación de estructuras y determinar si son sismo-resistentes”.

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