EMPRESA E INDUSTRIA
Finca vertical: la alimentación del futuro
LA SIEMBRA EN EDIFICIOS CERRADOS COMIENZA A SUSTITUIR LA AGRICULTURA TRADICIONAL
El panameño David Proenza a los 10 años de edad quería ser bombero, en la adolescencia astronauta y al terminar el bachillerato se decidió por Banca y Finanzas. Pero lo que la vida le tenía predestinado era que sería científico agrícola e iba a resolver problemas con la producción de alimentos.
Cuando sus padres lo llevaron a una estación de bomberos complaciendo su petición, y vio cómo regresaban los socorristas de sus jornadas, con la cara “negra” de las humaredas que habían tenido que enfrentar, sintió que no podría resistir el calor de las llamas.
Luego lo llevaron al cine para ver las películas sobre la vida en el espacio aéreo y cómo flotaban los astronautas. De su propia cuenta investigaba todo lo posible sobre el tema. Pero pensó que tal vez un día podría no regresar a la tierra y no ver realizado su sueño de “ser una estrella”.
Optando por lo seguro estudiando una carrera universitaria que produjera dinero, se comenzó a acercar a la antesala del éxito siendo práctico, exacto, realista y a la vez creativo en sus clases de comercio, en las que tenía que estudiar los mercados y múltiples posibilidades de que un proyecto funcione.
Su primer trabajo, tras terminar su carrera, fue en una empresa de producción de alimentos y ahí encontró la luz que lo guió a lo que hoy es su invención: “La finca vertical como industria rentable”. Se trata de un sistema de generación de alimentos en edificios herméticamente cerrados y con ambientes científicamente controlados que garantizan calidad, reducción de costos, aumento de ganancias y preservación del medio ambiente.
Esta es la entrevista que le hicimos durante un receso de la jornada de charlas sobre innovación que precedió la ceremonia de entrega de premios “Innovadores de América”, celebrada en Punta Cana bajo la organización de la firma Pagés & Compañía, con el copatrocinio del LISTÍN DIARIO.
((LA ENTREVISTA ¿De dónde proviene su espíritu innovador? De mis padres. Ciento por ciento. Ellos nunca me dijeron que algo no se podía. Todo lo que yo quería me lo dejaban hacer para que me diera cuenta por mí mismo lo que era posible y lo que no era posible. Mis padres dejaron que yo realizara mi sueño y aunque al principio no lo veía muy claro un día todas las piezas encajaron bien y mi experimento resultó perfecto.
¿En qué consiste su experimento? Es simple. Sustituimos todos los componentes de la siembra tradicional que generan percances en la agricultura, por otros recursos seguros y efectivos que hacen crecer la semilla dando frutos de mayor calidad, ahorrando costos y asegurando la producción de alimentos masivos.
¿Cómo comenzó todo? Soy productor agrícola tradicional de más de 30 años y he confrontado muchas pérdidas por los problemas ambientales. Entre el 2009 y 2010 analicé cómo combatir esa situación y leí mucho sobre la innovación agrícola. Vi un artículo sobre el proyecto “Finca vertical”, del profesor Toyoki Kozai en la Universidad de Chiba en Japón, al que el gobierno japonés le aportó 130 millones de dólares para su desarrollo. A finales del 2011 observé cómo funcionaba la técnica, que es una producción alimenticia en edificios cerrados con ambientes controlados mediante el software y me motivé a crear mi propia invención a partir de ese principio.
¿Cuál es la novedad de su proyecto? Existe la “Finca vertical” e industrias que usan algunos componentes no tradicionales para la producción agrícola. Mi aporte fue usar todos esos elementos, más otros agregados, para crear un sistema completo de siembra y cosecha de alimentos dentro de edificios herméticamente cerrados. No usamos tierra, ni sol natural, ni pesticidas, sino espacios aéreos, luces led y controles del agua y clima en la zona de trabajo.
¿Cómo funciona ese sistema? Nos valemos de la hidroponía para producir los alimentos. Como la planta necesita energía solar para su proceso de fotosíntesis la sustituímos por las luces led que se van graduando según la coloración, sabor y contextura que querramos darle a los alimentos. Esto es cintífico. El agua se suministra de manera racional y no se desperdicia nada.
¿Qué alimentos se pueden producir así? Hasta hoy estamos produciendo lechugas, hierbas aromáticas, fresas, pepinos, tomates y una gran gran de vegetales y verduras. Queremos generar de todo, pero en esta primera fase estamos con estos alimentos. Apenas tenemos cuatro años en el mercado.
¿Cuáles son las ventajas en comparación con la agricultura tradicional? Lo primero es que como se produce en un espacio cerrado no entran plagas ni enfermedades y los alimentos son de mejor calidad. Es un producto orgánico, el cual se siembra, crece y se cosecha en un ambiente controlado, al que no le afectan las variaciones del clima y no importa que esté lloviendo afuera, haya un huracán o una sequía. Tampoco se pierde la cosecha. Eso está garantizado ciento por ciento.
¿Qué niveles de pérdidas podría tener? Mínimo. Los estudios determinan que en la agricultura tradicional los renglones de pérdidas oscilan entre un 30 y un 40%, pero en la finca vertical son casi nulos. En matemática, si siembro mil semillas en el campo, aún con el clima a favor, no produciría igual cantidad de plantas, pero con el nuevo sistema sí porque se trabaja en un ambiente puro y limpio.
¿A qué se refiere el concepto vertical? En tierra se siembra de manera horizontal en el suelo, una planta a la vez; en los edificios se crean multiniveles desde el suelo hasta el techo y se aprovechan al máximo los espacios multiplicando la producción y evitando la manipulación constante. O sea, mil metros dentro de la finca vertical es equivalente a 16 hectáreas en producción tradicional.
¿Cómo manejan el tema del agua? Usamos 80% menos de agua. Tenemos serios problemas de escasez en el mundo y esto que hacemos ayuda a automatizar el uso de este importante recurso. Usamos distintos sistemas: El de raíz flotante, en el que se introducen las raíces de la planta en una solución con agua y alimento que necesitan para desarrollarse, y el de introducir la sustancia nutritiva en la raíz y ponerla en contacto con el agua para que la tome cuando la necesite. Esto nos permite reciclar el agua y ahorrar recursos.
¿Cuál es el aporte al ambiente? Al no utilizar químicos, ni tractores ni la manipulación constante del hombre, los alimentos se pueden consumir sin lavar para poder aprovechar todos sus nutrientes. Con la nueva técnica se usan batas de laboratorio, guantes y mascarillas para trabajar la producción. Los productos tienen mejor sabor, tamaño y atractivas formas.
¿Cuál es el próximo paso? Los científicos están cambiando las luces y combinando diferentes tonalidades para aumentar el grado de nutrición en las plantas y proporcionar diferentes sabores. Nosotros estamos en ese camino con nuestra industria porque definitivamente el futuro de la agricultra es grande. En Estados Unidos se están realizando numerosos experimentos y nosotros los latinos no nos podemos quedar atrás.
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