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Rechazan educación tradicional

Divididos. La señora Teresa Rosa y su esposo Florángel Martínez que ya no es menonita, junto a ocho de sus hijos y una tía. La joven de la blusa de cuadros salió de la religión y aunque vive en la casa con su madre, el pastor de la iglesia entiende que a ella hay que sacarla del seno de esta familia para que no contamine al resto. Aún con esta situación, ella continúa sus estudios en el liceo de Ranchito.

Divididos. La señora Teresa Rosa y su esposo Florángel Martínez que ya no es menonita, junto a ocho de sus hijos y una tía. La joven de la blusa de cuadros salió de la religión y aunque vive en la casa con su madre, el pastor de la iglesia entiende que a ella hay que sacarla del seno de esta familia para que no contamine al resto. Aún con esta situación, ella continúa sus estudios en el liceo de Ranchito.

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Adriana PegueroCarrera de Yegua, San Juan

El sueño del señor Florángel Martínez es que cada uno de sus diez hijos conquiste una carrera universitaria, pero a pesar de que en su comunidad tienen un centro educativo, solo dos de ellos estudian.

Los restantes tienen edades entre los seis y 17 años, pues la religión a la que pertenece su madre, Teresa Roa de Martínez, se opone a que asistan al centro educativo que gestiona el Ministerio de Educación, alegando que allí les enseñan cosas que dañan su vida espiritual. Y es que para ella, las escuelas son mala influencia para sus hijos y por esa razón no los inscribe en el centro.

“¿Cómo voy yo a mandar mis hijos a otras escuelas cuando yo no sé lo que está pasando allí? En la escuela de nosotros se da buena enseñanza y los muchachos aprenden a leer muy bien”, dijo Roa.

Ella se refiere al Colegio Menonita Quisqueya, el cual imparte clases hasta el octavo grado, sin la supervisión del Ministerio de Educación, por lo que los estudiantes están fuera del registro del sistema educativo nacional y las notas no les son validadas.

Este colegio tiene la particularidad de que su director y los profesores son empíricos que utilizan sus propios métodos de enseñanza, los cuales incluyen pelas con varas y reglazos en las manos a los niños, de acuerdo a testimonios.

En este colegio tampoco se les permite a los alummnos el uso de Internet, pero en las casas tampoco los padres les permiten ver la televisión, escuchar la radio, usar celulares modernos, ni juguetes electrónicos, porque a su entender les dañan sus mentes.

Estos estudiantes no viven la experiencia de ver izar la Bandera dominicana en su centro de estudios, tampoco participan ni se enteran de ningún acontecimiento patrio, y si alguno de ellos no cumple los objetivos de una tarea, se gana reglazos en las manos.

A pesar de estas características, doña Teresa asegura que fuera de ese colegio no hay un ambiente adecuado para sus hijos y esas son las razones por las cuales los menonitas tienen su escuela exclusiva.

“Yo no estaría en paz ni tranquila mandando a un hijo mío a una escuela normal donde yo no sé cómo andan los asuntos. No todos vamos a ser profesionales. Nosotros enseñamos a nuestros hijos a realizar los trabajos de la casa que ellos necesitan aprender. La meta es que el niño aprenda lo que necesita para la vida, no tiene que ser profesional”, enfatizó.

De igual forma, la señora Briseida Ogando de Martínez manifestó que le aterra pensar que sus cinco hijos se relacionen con lo que ofrece el mundo, porque está contaminado de pecados, y por esto no acepta la idea que uno de ellos piense estudiar fuera del angosto espacio donde los menonitas imparten clases.

“La vida es muy corta y no hace falta prepararse profesionalmente para vivir, porque hay otras opciones como trabajar agricultura y manualidades. Lo más importante es criar a los hijos para que vayan al cielo, porque nuestra vida es pequeñita y al ser corta tenemos que vivirla de tal forma que cuando nos vayamos de esta tierra, podamos decirle a Dios lo bueno que hicimos”, dijo.

Agregó que “si tristemente vivimos una vida desperdiciada, va a ser muy triste y al infierno vamos a dar. Nosotros enseñamos nuestros hijos en el camino que deben escoger, pero si al final no quieren, lamentablemente los dejamos que hagan su vida perdida”, comentó.

Dijo que cuando sus hijos salen en busca de otras opciones, solamente encuentran tropiezos, desilusiones, hipocresías, malas cosas y así los ven viviendo una vida desgarradora y triste.

De la misma forma, Danilo Martínez, quien tiene 22 años en la religión y se apega al pasaje de la Biblia que expresa en Primera de Timoteo 2 versículo 9: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos”.

Tanto él como otros menonitas que conversaron con reporteros de LISTÍN DIARIO, pusieron el ejemplo de que si a un botellón de agua potable se le echa una gota contaminada, lo contamina todo, como razonamiento para justificar sus reglas.

“Queremos proteger el ambiente moral de nuestros hijos y por eso hemos adoptado esa práctica. En las escuelas públicas les meten muchas cosas en la mente a los niños. Les hablan de la evolución y nosotros queremos proteger las almas de nuestros hijos”, dijo Danilo Martínez.

Aseguró que no es posible mezclarse con el mundo exterior sin contaminarse con sus pecados, por lo cual dijo que cualquiera de sus hijos que se rebele y quiera estudiar, indiscutiblemente tiene que irse del hogar, para evitar que contamine el resto.

“Tendría que hacer su vida aparte. Queremos sobre todo agradar a Dios, y como Dios aborrece el pecado, tenemos que estar en santidad”, precisó.

En lo que respecta a la crianza de los hijos, manifestó que desde pequeños se les obliga a obedecer, y esto implica que, tanto ellos como los profesores, tienen derecho a pegarles.

Ranchito es una comunidad de Las Matas de Farfán, municipio de la provincia San Juan de la Maguana.

FAMILIAS NUMEROSAS

Actualmente hay alrededor de diez familias que asisten a la iglesia y son hogares de parejas jóvenes con hijos numerosos, porque no utilizan los métodos de planificación.

Viven de la agricultura, pequeña ganadería, manualidades y otras actividades que aprenden entre ellos; porque también les impiden a sus hijos en edades productivas realizar cursos técnicos, ni trabajar en instituciones públicas o privadas.

Los miembros de la Iglesia Menonita Conservadora tampoco aceptan ayuda del gobierno, como es el caso de la tarjeta Solidardad, porque a su entender esas cosas son del mundo, que los contaminan y les impiden ganarse el cielo.

Los menonitas conservadores en la actualidad tienen iglesias en La Estancia, Jorgillo y El Corbano de San Juan, así como en otros puntos del país, donde imponen esos mismos regímenes a quienes los siguen.

Edificio. Aquí la escuela donde la Iglesia Menonita imparte clases a estudiantes.

Luis Alberto Merán

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