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LUTO EN EL PAÍS

Imbert Barrera: el último de los héroes

MURIÓ SENTADO EN LA CAMA Y TESTIGOS DIJERON QUE TENÍA UN SEMBLANTE FELIZ

Marcial y accesible. General Vitalicio, Antonio Imbert Barrera, hombre de pose enérgica y marcial, que sin embargo nunca perdió el don de gente y el acercamiento sin extrañezas a la gente de su pueblo.

Marcial y accesible. General Vitalicio, Antonio Imbert Barrera, hombre de pose enérgica y marcial, que sin embargo nunca perdió el don de gente y el acercamiento sin extrañezas a la gente de su pueblo.

A la edad de 96 años exhaló su último aliento en el mundo de los vivos, el Héroe Nacional, Antonio Imbert Barrera, el último de los sobrevivientes del ajusticiamiento del dictador Rafael Leonidas Trujillo, aquejado de padecimientos de salud.

El deceso del Héroe Nacional tuvo lugar a la una y quince de la madrugada de ayer, saliendo de la fecha conmemorativa del 55 aniversario de la muerte del “chivo”.

Murió sentado en su cama, acompañado de su esposa Giralda, hijos y nietos. Quienes atestiguaron su partida, dijeron que ni siquiera emitió un quejido. El General fue introducido al ataúd vestido de negro, con gala y elegancia. Quienes lo vieron por última vez, en su círculo más íntimo, explicaron que se marchó para siempre con un semblante de paz.

Imbert Barrera fue un hombre de peculiaridades, que después que lo declararon General Vitalicio, nunca se quitó el uniforme, nunca se vistió de civil y recuerdan sus amigos más entrañables, los zapatos que tenía puestos cuando mataron a Trujillo, los usó cada 30 de mayo, para conmemorar la muerte del sátrapa.

Héroe Nacional. Así fue declarado Antonio Imbert Barrera, el último de los sobrevivientes de la gesta histórica que consumó el ajusticiamiento del dictador Rafael Leonidas Trujillo y quien en vida siempre se sintió orgulloso de formar parte del grupo de patriotas que terminó con la pesadilla de una tiranía que se prolongó a fuego y muerte desde 1930 a 1961.

El General Vitalicio había nacido el 3 de septiembre de 1920 en Puerto Plata y jugó un rol histórico decisivo en el descabezamiento de la dictadura; conjura en la que también participaron Antonio de la Maza Vásquez, Salvador Estrella Sadhalá, Luis Manuel Cáceres, Huáscar Tejeda, el primer teniente de la Guardia Presidencial, Amado García Guerrero, Luis Amiama Tió, quien sobrevivió junto a él a la cacería mortal de la que fueron objeto sus compañeros, Roberto Pastoriza Neret y Pedro Livio Cedeño.

Presidió el Gobierno de Reconstrucción Nacional y adversó a los constitucionalistas que buscaban la reposición del profesor Juan Bosch en la denominada Revolución de Abril de 1965, lo que entonces clamaban por el retorno a la constitucionalidad.

En ese magma de la historia dominicana, donde las corrientes de pensamiento siempre han sentado bases y criterios en pro y contra de acciones y coyunturas, hay quienes cuestionaron que como presidente del Gobierno de Reconstrucción Nacional activara en la denominada Operación Limpieza contra los constitucionalistas. Y se achacaron a esa época neblinosa de la historia dominicana acciones criminosas, violaciones e incluso lanzamiento de prisioneros amarrados, al río Ozama.

Imbert Barrera tuvo tiempo para aclarar, en múltiples entrevistas periodísticas muchos años después, que no tuvo nada que ver con el golpe de Estado en contra del entonces líder demócrata del Partido Revolucionario Dominicano, Juan Bosch, en septiembre de 1963. En una ocasión explicó que “yo tenía muy buenas relaciones con el profesor Juan Bosch, tanto que cuando se toma la decisión de sacarlo del país, él puso como condición que con la única persona que se iba era conmigo y me fui con él en la Fragata Mella”. (Imbert Barrera revela su actuación en la Revolución de Abril. El Siglo. Martes 29 de abril de 1997). Imbert Barrera fue secretario de las Fuerzas Armadas desde 1986 hasta 1988, y designado presidente de la empresa Rosario Dominicana en 1989. Fue condecorado con la Orden del Mérito Duarte, Sánchez y Mella.

El 21 de marzo de 1967 fue atacado a tiros en un atentado del cual nunca se supo la autoría, aunque se sospechó que se trataba de viejos personeros del régimen de Trujillo. Recibió serios impactos de bala y pudo maniobrar ensangrentado en su automóvil hasta la Clínica Internacional, donde salvó milagrosamente la vida.

El Héroe Nacional supo salir airoso de cuestionamientos sobre actitudes asumidas luego de protagonizar junto a los demás patriotas el ajusticiamiento de Trujillo, y en varias ocasiones tuvo que aclarar que fue amigo de Bosch. Era descendiente de una familia de militares y políticos que tenían su tronco principal en el general José María Imbert, héroe de la Batalla de Santiago del 30 de marzo de 1844, cuando se buscaba consolidar la Independencia Nacional. Antes de formar parte de la conjura que sembró la semilla de la libertad en República Dominicana, Imbert Barrera militó con orgullo en el Movimiento 14 de Junio.

El General Ad-Vitam era hijo del general Segundo Imbert y Consuelo Barrera. Muy joven fue a trabajar a la Grenada Company de Montecristi, como jefe de mecánica. Luego de varios años en la Grenada fue nombrado administrador de los Ferrocariles de Puerto Plata.

Su prédica constante Para Imbert Barrera de manera constante una preocupación surcaba su mente: “en el país, decía, hay que fomentar en la educación más amor a la Patria, más Historia Patria, como forma de recordar a nuestros héroes y al mismo tiempo el sacrificio y la sangre derramada, para lograr el clima de paz que vivimos hoy”.

“Quienes piensan que aquí hace falta un Trujillo, que son pocos en el país, están equivocados; lo que sí es seguir sembrando la paz y la democracia”, dijo en una de las tantas entrevistas concedidas a los medios. En una de las entrevistas también expuso su constante preocupación por el futuro del país, pues sabía que los logros obtenidos desde el tiranicidio hasta la fecha eran sólidos, pero nunca descartó los peligros que acechan a la dominicanidad y a la democracia. “Es nuestro deber velar por la preservación de nuestros principios democráticos y exaltar la memoria de nuestros héroes y heroínas”, expresó.

Conocido como un patriota nacionalista a carta cabal, siempre y abierto a debatir los temas, el hoy fenecido Imbert Barrera pensaba además que la defensa de la soberanía le corresponde a los jóvenes.

El ajusticiamiento de Trujillo, el dictador que había construido una montaña de dolor sobre el espinazo de los dominicanos, con el patrocinio criminal de las desapariciones físicas de hijos de familia que se atrevieron a pensar diferente, no fue tarea fácil, ni de un día. Imbert Barrera debió moverse desde el principio de la conspiración en aguas procelosas en las que cada paso se cernía sobre una cuchilla afilada de riesgos, delaciones y miramientos. Críticas que se han manejado durante años, intentando desmeritar credibilidad y legitimidad a los conjurados para dar muerte al tirano, fueron respondidos con el arrojo, el valor.

(+) UN DÍA DESPUÉS DEL 55 ANIVERSARIO Una de las curiosidades de la historia dominicana: su muerte ocurre luego de resistir padecimientos de salud que con la edad lo postraron, un día después de celebrarse en todo el país el 55 aniversario de la muerte del dictador nefasto la noche de 30 de mayo de 1961, cuando se dirigía a su casa de descanso en su natal San Cristóbal.

En la ocasión y como todos los años, fue recordada una fecha imprescindible, como dijo Carlos Báez Brugal, tarde acalorada del lunes, al pie del Monumento a los Héroes del 30 de Mayo para la libertad de nuestro pueblo.

Esa noche un grupo de valientes dominicanos, planificaron y se lanzaron a ejecutar la hazaña que conmocionó los cimientos del país, que había estado arrodillado por 31 años a la humilación, la degradación y el escarnio. Imbert Barrera lleva con su aliento y sus alas esa memoria histórica que jamás será borrada y que se hace honor al arrojo, el valor y el amor hacia su país.

Los distintos eventos políticos, así como las asonadas como la Revolución de Abril, los conflictos que desembocaron en la intervención estadounidense de 1965 y toda esa narrativa expositiva de sucesos acaecidos, que estuvieron matizados por el derramamiento de sangre y la pérdida de vidas humanas, cuando se enfrentaron hombres del pueblo que fueron asesinados por otros dominicanos que detentaban el poder de parte de los interventores, es una página pendiente que habrá que analizar en el futuro.

Imbert Barrera fue secretario de las Fuerzas Armadas de uno de los gobiernos de Joaquín Balaguer, que durante muchos años sirvió a la dictadura de Trujillo y fue presidente de ese régimen.

El carro del chivo. El automóvil en el que se desplazaba el dictador, el día que el país se liberó para siempre de la presencia física de uno de los criminales de Estado más prominentes de América Latina.

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