LO QUE NO SE VE

¿Llegará el PLD a un 60%?

¿Están dadas las condiciones para que el presidente Danilo Medina y el Partido de la Liberación Dominicana lo logren?

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Ricardo Pérez Fernández@Ricardoperezfde

Con la publicación de la última ronda de encuestas, faltando apenas un mes para la celebración de las elecciones del 15 de mayo, van despejándose apresuradamente las dudas en torno a quién será juramentado el próximo 16 de agosto como presidente de la República para el cuatrienio 2016-2020.

Es tan amplia la distancia que en intención de votos separa al presidente Danilo Medina de su principal contrincante, Luis Abinader, que las discusiones entre analistas y predictores electorales han girado desde la ya muy rudimentaria y elemental interrogante de quién ganará las próximas elecciones presidenciales, hacia una más interesante e intelectualmente desafiante, en donde ahora predomina la formulación de proyecciones que apuntan a vaticinar el porcentaje que alcanzaría la candidatura del aspirante por el PLD.

Y ha sido en medio de estas cavilaciones, donde de manera consistente se empieza a contemplar la posibilidad, de que por primera vez desde que en 1962 se celebraran las primeras elecciones democráticas post-Trujillo, un candidato presidencial pueda alcanzar un 60% de los votos válidos emitidos el día de las elecciones.

¿Están dadas las condiciones para que el presidente Danilo Medina y el PLD lo logren?

Panorama Electoral Si promediamos la intención de voto reflejada en las últimas encuestas de las firmas Gallup, Greenberg, y Mark Penn (por ser estas las que publican con más consistencia), obtendríamos que en la actualidad, 28 puntos porcentuales separan al presidente Medina de su más cercano contendor, Luis Abinader, al exhibir el primero un 58.4%, mientras que el segundo, un disminuido 30.5%.

Esta gigantesca distancia es producto de tener enfrentados en un mismo escenario electoral, por un lado, a una campaña concebida con criterio estratégico, y ejecutada con pericia y sentido de dirección, y por el otro, a una operación electoral desorganizada, de escasos recursos, llevada sobre una plataforma partidaria desarticulada, y donde desde el principio de la contienda, se ha errado sistemáticamente en identificar una estrategia política capaz de interpretar y conectar con las aspiraciones electorales del colectivo dominicano. Esto es lo que ha permitido que el PLD, de manera progresiva, haya ido ampliando la brecha que le separa de sus adversarios, en lo que muchos han descrito como un escenario, donde realmente, “no hay oposición”.

Cuando se toman algunos de los resultados que de manera individual han proyectado firmas encuestadoras como Gallup (60%) y Benenson (66%), encontramos los fundamentos sobre los cuales resurge la discusión acerca de las posibilidades de que en esta ocasión, la candidatura presidencial del PLD logre alcanzar el 60% de los votos. Y decimos resurgir, porque ya en otra ocasión no muy lejana, los espectadores de lo político-electoral especulaban sobre su potencial materialización.

2004 vs 2016Desde que en las elecciones de 1962 el Profesor Juan Bosch y el PRD obtuviesen el 59.5% de los votos, la marca a superar quedó establecida. Desde entonces, quien más se ha acercado a lograrlo ha sido el expresidente Leonel Fernández, cuando en el año 2004, de manos del PLD y sus aliados, logró alcanzar el 57.11% de los votos. En aquel entonces el promedio de las encuestas Gallup y Penn, Schoen and Berland publicadas entre abril y mayo, situaban al presidente Fernández en un 59% de la intención de voto, mientras que a su rival principal, el presidente reeleccionista de nuevo cuño, Hipólito Mejía, le otorgaban un 23%, para una distancia entre ambos de 26 puntos porcentuales, algo parecido a lo que sugiere el panorama electoral de estos días.

En aquella ocasión, el país atravesaba por la peor crisis económica de las últimas décadas, donde la inflación superaba el 50%, la tasa del dólar, en el mercado informal, cruzaba la barrera del 60 por 1, y donde la fuerte contracción económica llevó la pobreza de un 32% a un 50%. Allí, en tan sombría tesitura para el PRD, donde en adición a lo anterior, se respiraban aires contaminados por la reelección, se configuró el escenario que vio a un PLD monolíticamente cohesionado e impulsado por la desesperación colectiva que siempre imponen las crisis económicas en países como el nuestro, retomar el poder a ritmo de un contagioso “e’ pa’ fuera que van”. En aquel escenario electoral de ensueño, el PLD, como ya habíamos establecido, logró un 57.11% de los votos.

El escenario de 2016 comprende matices distintos, pero comparte la esencia del proceso electoral de 2004: un candidato presidencial que ronda el 60% en la intención de voto, llevado por un partido que sobrepasa también un 60% de valoración positiva. A diferencia de 2004, empero, ahora en el 2016 el PLD no representa la oposición política con intenciones de retomar el poder, sino el partido en el poder, que aspira a mantenerlo, al tiempo que ya no es una opción electoral con cierto dejo de frescura como lo era en el 2004, sino una acusada por el desgaste natural que impone el haber estado en el poder 16 de los últimos 20 años.

Sin embargo, también existen elementos positivos de cara a las elecciones de 2016, con los que no se contaban en el 2004; por ejemplo, el PLD presentará, por primera vez en nuestra historia electoral, las dos figuras políticas más populares y mejor valoradas del país en una misma fórmula presidencial, como lo son el presidente Danilo Medina y la vicepresidente Margarita Cedeño de Fernández. En adición a esto, contrario a las elecciones de 2004, donde solo de disputó la presidencia de la República, en estas de 2016 estarán en contención todas las posiciones electivas que conforman el Estado dominicano, lo que garantizará que el PLD y su imbatible maquinaria electoral estará activa, ya no por ordenes de la dirección partidaria sino por interés propio, desde sus microestructuras movilizadoras de votos a nivel de secciones, parajes y distritos municipales, hasta las macroestructuras a nivel municipal, provincial y nacional. También, contrario al escenario de 2004, cuando el PLD se enfrentaba a un PRD mayoritariamente unido en torno a la reelección de Mejía y con abundantes recursos, ahora, fruto de otra crisis intrapartidaria de este último, el principal partido de oposición -el PRM- es una entelequia organizacional, que no ha tenido recursos ni tiempo para organizar la empresa electoral que significa unos comicios como los de este año.

Aparte de todo lo anterior, también por primera vez desde que en el 1973 Juan Bosch se marchara del PRD para formar el PLD, en las elecciones generales de 2016, estos partidos irán unidos, y no para desplazar a un tercero que se encuentre en el poder, sino, simplemente, el primero respaldando al segundo en su intento de preservar lo que ya posee.

La ruta hacia el 60% El padrón de la Junta Central Electoral establece que para estas elecciones habrán 6 millones 675 mil dominicanos hábiles para votar. La abstención electoral histórica, desde el retorno de la democracia contemporánea en 1978, ha sido de un 29.36%, pero desde 1996, cuando se estrena una nueva generación de figuras políticas, ha sido de 26.7%. Asumiendo que el desgaste de un partido que lleva 16 de los últimos 20 años en el poder, más el desincentivo natural que genera a la hora de ir a votar unas elecciones percibidas como definidas, sean neutralizados por el efecto de una disminuida abstención electoral característica de las elecciones generales (véase el 1994), y que en consecuencia, observemos una abstención electoral consistente con los promedios históricos, el PLD tendría que obtener 2 millones 936 mil votos.

Esto representaría un incremento de 600 mil votos con respecto al 2012, cuando en las últimas tres elecciones presidenciales, el PLD ha incrementado su caudal de votos en aproximadamente 150 mil por proceso electoral, aunque al mismo tiempo, hayan observado una diminución progresiva de 57% en 2004, a 54% en 2008, y a 51% en 2012.

Sin embargo, para incrementar un porcentaje de votación, no hace falta obtener más votos; solo haría falta que, contando con una cantidad constante de adeptos, el universo de votantes disminuya, o lo que sería lo mismo, que aumentara la abstención.

Tras hacer un ejercicio de contextualización del actual panorama electoral, y tomando en consideración el comportamiento histórico del electorado dominicano, en sus distintos momentos sociopolíticos, ¿considera el lector que de alcanzar el PLD un 60% en esta coyuntura, sería como resultado de haber incrementado en términos absolutos su base de apoyo, o porque en términos relativos, entre un electorado menos motivado a votar, sus votos de siempre, más el crecimiento vegetativo verificado históricamente, pesó más que nunca? El 15 de mayo nos traerá la respuesta.

El autor es politólogo Y economista

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