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Entuertos electorales

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RUDDY L. GONZÁLEZSanto Domingo

Antes, el temor de la población sobre la transparencia, idoneidad, legitimidad de las elecciones residía en los tremendismos en la Junta Central Electoral. Hoy la Junta goza de confianza y respeto. Los temores sobre el proceso reside en las ‘chapucerías’ que se registran en los partidos. Es tal el problema de elección de candidatos a lo interno de los dos principales frentes de partidos, que se teme que el lío que le espera al Tribunal Superior Electoral pudiera desbordar su capacidad, en tiempo y racionalidad, empañando las elecciones congresuales y municipales en muchos puntos, con afección importante, incluso, en las presidenciales. Las ‘inconsistencias’ que ha declarado la Junta en muchas de las documentaciones de inscripciones de las alianzas de los dos principales bloques de partidos, apuntan a que muchos casos terminarán en el TSE, organismo que requerirá de mucha fortaleza, entereza y, sobre todo, confianza de la sociedad para poder enfrentar la situación con éxito. La Junta hubo de ampliar por diez días el plazo de revisión de la inscripción de las alianzas a ver si los partidos arreglan ‘el tollo’ que hicieron y se evite que lluevan las quejas ante el Tribunal Superior Electoral. La extensión de ese plazo vence este viernes, 11 de marzo, pero ya el martes de la próxima semana, 15 de marzo, vence el plazo de inscripción de candidaturas. Estos plazos fatales del cronograma electoral se van cumpliendo sin que los partidos cumplan con su parte. Por el contrario, a apenas a 68 días de las votaciones los partidos siguen enfrascados en completar sus plantillas de candidatos con quejas crecientes sobre exclusiones antojadizas e inconsultas. El TSE está amenazado con ser desbordado con querellas, por la irresponsabilidad de las cúpulas de los partidos. Si se hubiera aprobado y puesto en vigencia una Ley de Partidos, de seguro estos entuertos no se hubieran generado. Pero a falta de ley, los partidos violentaron todo el proceso de elección interna y los jefes ‘deciden’ y/o ‘negocian’ a su antojo, emociones e intereses, los puestos electivos. Con todo y estos nubarrones que provocan algunos negociantes de la política, apostemos a la confianza que la sociedad ha depositado en nuestras autoridades, en la Junta Central Electoral, para que el proceso concluya con resultados transparentes, fruto de la voluntad popular expresada en el ejercicio libre del voto.

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