Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

LO QUE NO SE VE

La Pobreza: no mal contada, pero sí mal medida

Avatar del Listín Diario
Ricardo Pérez Fernández@Ricardoperezfde

Continúan generando revuelo y cuestionamientos las cifras que publicara hace unas semanas el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, estableciendo que la República Dominicana observa una tasa de pobreza del 25.9%, y que la misma es ya inferior al porcentaje de personas que viven en clase media. Según este informe del MEPYD, luego de haber alcanzado este hito “la sociedad dominicana vuelve a ser preponderantemente una sociedad de clase mediaÖ”.

En torno a lo anterior, surgen distintas interrogantes: ¿Puede ser real esta cifra de que en República Dominicana solo el 25.9% de la población es pobre? ¿Es cierto que somos una sociedad preponderantemente de clase media? ¿Como se logró disminuir la pobreza tan vertiginosamente?

Antes de contestar estas preguntas, sin embargo, es preciso entender qué es exactamente lo que refleja este indicador, y cómo llegamos a él.

Entendiendo la pobreza monetaria

Existen dos formas generalmente aceptadas de medir la pobreza: una, basada únicamente en los ingresos, conocida como la pobreza monetaria, y la otra, basada en la construcción de índices que compaginan los factores estructurales que caracterizan la pobreza, conocida como la pobreza multifactorial o multidimensional. En República Dominicana, la cifra oficial de pobreza reportada por el MEPYD corresponde a la pobreza monetaria. ¿Qué quiere decir esto? Que para determinar quienes son pobres y quienes no, lo único que se toma en cuenta es cuanto son los ingresos mensuales que percibe el encuestado; es decir, lo que cada quien reporta como ingreso. ¿Tiene sentido una medición basada en este parámetro? Para quién suscribe no, por una razón que puede ser fácilmente ilustrada recurriendo a un ejemplo.

Imaginen un chofer de carro público, casado con una ama de casa y padre de una niña en edad de escolaridad. Por su trabajo, ingresa mensualmente 18 mil pesos, pero un hermano que vive en Nueva York, le envía 350 dólares mensuales. Según la medición de pobreza que utilizamos, ese chofer forma parte de la clase media. Pero resulta que ese chofer no tiene seguro de salud, su hija no asiste a la escuela, vive en un barrio marginal próximo a la ribera de un río, y no tiene acceso directo a agua potable. ¿Qué pasaría si sufre un accidente grave mientras trabaja? Cae en la pobreza ¿Qué pasaría si su hermano le deja de enviar esos 350 dólares? Cae en la pobreza ¿Qué pasa si nos abate un huracán que provoque una crecida que afecte a los hogares asentados a las orillas de los ríos? Cae en la pobreza. Su hija, la que está en edad de escolaridad pero que no asiste a la escuela, ¿qué tipo de futuro tendrá? ¿No sería ella un caso perfecto de la transmisión intergeneracional de la pobreza?

Y es que el ingreso, aunque puede ser un indicador que se aproxime a identificar con alta fidelidad quienes son verdaderamente pobres y quienes no, no es suficiente para abarcar los distintos tipos de pobreza que existen. Ahora, pasemos a contestar las interrogantes planteadas al inicio de esta reflexión.

25.9% de pobreza: ¿falso o verdadero? Este porcentaje equivale a decir que en República Dominicana viven 2,682,000 personas en estado de pobreza, pero solo cuando consideramos el ingreso autoreportado de los entrevistados en la Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo, realizada por el Banco Central, sin considerar ningún otro factor. Entonces, tomando en cuenta el error estadístico que contiene toda medición basada en muestras (tal como las encuestas que miden escenarios electorales), y que aquí están ausentes los indicadores que caracterizan la pobreza estructural, esta cifra no tendría por qué ser falsa, lo cual eliminaría del debate la posibilidad de datos falseados, pero que no responde satisfactoriamente a la interrogantes acerca de la idoneidad, la utilidad y la competencia de este indicador.

¿Somos una sociedad de clase media? No. No lo somos. En la propia presentación hecha por el MEPYD queda establecido que mientras la pobreza es de un 25.9% y la clase media de un 28.9%, es sin embargo, la franja que habita en la vulnerabilidad de volver a descender a la pobreza, integrada por un 44.3% de la población, la mayoritaria. Lo que somos es un país predominantemente vulnerable.

En el informe citado por el propio MEPYD, el Banco Mundial dice lo siguiente acerca de cómo ellos definen la clase media: “Este estudio adopta una perspectiva econo?mica, pero para llegar a una definicio?n ma?s robusta ómenos arbitrariaó, ancla la definicio?n basada en los ingresos en el concepto fundamental de seguridad econo?mica (entendida como una baja probabilidad de volver a caer en la pobreza)”

Más aún, en la página 145 del mismo informe, dice textualmente lo que sigue: “Öa pesar del impresionante crecimiento en las filas de la clase media en la mayoría de los países de la regiónÖAmérica Latina y el Caribe siguen siendo fundamentalmente una sociedad “vulnerable”, donde muchos hogares que salieron de la pobreza siguen expuestos a un riesgo no desdeñable de volver a caer en ella”.

La pobreza en caída libre Aquí está el reto más importante del MEPYD, a la hora de explicar y sustentar estas nuevas cifras de pobreza (monetaria). Entre 2005 y 2015 la pobreza disminuyó 17.2%. En el año 2004, el PIB corriente en dólares era de 23 mil millones de dólares, y en el 2012 era de 60 mil millones de dólares. En ese período de 8 años, donde la economía dominicana se multiplicó por tres, la pobreza disminuyó un 9%; de 42.7% al 33%. En los últimos tres años el PIB ha pasado de 60 mil millones de dólares a 64 mil millones, empero, la pobreza se redujo en un 8%. ¿Cómo se logró esto? Si estamos midiendo --de nuevo-- la pobreza solo por niveles de ingreso, entonces asumimos que hubo un incremento importante de los mismos, pero los salarios no han aumentado; la cantidad de nuevos empleos generados no ha excedido la cantidad de nuevos demandantes de empleo, y el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad en la distribución de los ingresos, tampoco ha mostrado cambios que se correspondan con esta caída libre en que se encuentra la pobreza. ¿A qué, entonces, puede deberse esto?

Hora da cambiar de modelo Mientras que por el lado del crecimiento económico y de los ingresos se hace muy difícil explicar esta mejora sustancial, hay otro factor que sí podría estarlo explicando: el abordaje multidimensional al fenómeno de la pobreza. Tal vez no haya como explicar la repentina mejora de los ingresos, pero sí hay como explicar cómo han podido ir mejorando los factores que de manera directa e indirecta inciden sobre los mismos.

Las instituciones que se coordinan desde la vicepresidencia de la República, y que se agrupan bajo la sombrilla del Gabinete Social, desde la puesta en marcha del programa de Solidaridad, y más aún, tras la fusión con el programa Progresando, llevan una década, abordando la pobreza desde una perspectiva multidimensional, reflejadas en la conglomeración de variables que se conoce como el Índice de Calidad de Vida. Desde esta visión se entiende que la pobreza depende de más que un ingreso y que como tal, se tiene que afrontar desde múltiples frentes.

Nunca antes, desde que se llevan registros de pobreza en la República Dominicana, se había logrado descender la pobreza en un 17% en 10 años. ¿Qué cambió en esos 10 años? Una hipótesis puede ser, que hace justo 10 años se crearon los primeros de estos programas de protección social, los que han continuado diversificándose bajo los criterios de las transferencias condicionadas, donde solo se asiste a quienes se comprometen a cumplir una serie de requisitos, como realizarse revisiones médicas periódicas y enviar los hijos a la escuela. Tal vez, los resultados de una década de avances incrementales en este abordaje de la pobreza, ya han empezado a dar sus frutos.

Si usted está de acuerdo con que nunca resolveremos el problema de la pobreza con solo darle dinero a los pobres, entonces usted también, sin advertirlo, aboga por un abordaje multidimensional de la pobreza.

Más que cuestionar la veracidad de las cifras presentadas, cuestionemos la validez del modelo, lo cual no sería un ejercicio de oposición, sino un ejercicio de ciudadanía responsable. En la próxima entrega, abogaremos por una medición de pobreza que contemple el carácter multifactorial de la misma.

El autor es economista y politólogo

Tags relacionados