MIRADOR GLOBAL

La esperada reforma policial

TIEMPOS DE CAMBIOS INSTITUCIONALES

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Rafael Guillermo Guzmán FermínSanto Domingo

“ No hay nada más difícil de emprender, más penoso de conducir o más incierto en su éxito que introducir un nuevo orden de cosas, porque el innovador tiene como enemigos a todos aquellos que han prosperado en la vieja situación y sólo como tibios defensores a los que pueden beneficiarse de la nueva” -Nicolás de Maquiavelo-. Las sociedades están en constante evolución y desarrollo, lo que obliga a sus instituciones a transformarse en el tiempo como manera de afrontar los nuevos desafíos que trae consigo la modernidad. La Policía Nacional en las últimas décadas, igual que otras instituciones públicas y privadas, pasa por un período de reforma institucional. Tanto por el desarrollo sociopolítico de las últimas décadas, como por los crecientes desafíos que plantea la aparición de la actividad criminal, por la ampliación de nuevos riesgos y amenazas en una sociedad moderna y globalizada, como de la necesidad urgente de ser una institución eficiente y eficaz, la Policía Nacional enfrenta la gran tarea de transformarse, al igual que las demás instituciones del Estado, rediseñando los distintos ámbitos de gestión institucional con miras a servir a los propósitos que la Constitución y leyes le asignan, y que la sociedad dominicana espera. ¿Por qué han fracasado los intentos de reforma en la institución policial? La respuesta en sí, requeriría de un nuevo artículo, pero diríamos que, aparte de la natural resistencia al cambio, del temor e incertidumbre que producen los cambios, la zona de comodidad que da la rutina y la tradición, es el no comprender el proceso evolutivo del cambio y sus componentes los que atentan contra su éxito. Estas categorías son cinco: los innovadores, los adaptadores tempranos, los adaptadores medios, los adaptadores tardíos y los renegados. Generalmente estos porcentajes se dan en todas las organizaciones, públicas o privadas: los innovadores son el 2% de toda la organización; los tempranos el 10%; los medios el 60%; los tardíos 18% y los renegados son el 10%. Los innovadores: son los que proponen las nuevas ideas del cambio y están dispuestos a dar el primer paso. Son imprescindibles para lograr el cambio esperado. Los adaptadores tempranos: son los que reconocen una buena idea cuando la conocen pero no darán un paso si no ven que el cambio está seguro de su éxito. Serán útiles para consolidar el cambio. Los adaptadores medios: son la mayoría, pueden ser razonables a las ideas del cambio pero preferirían el estado actual de cosas. Pueden ser influenciados por los innovadores pero también por los renegados. Estos consolidarán el cambio. Los adaptadores tardíos: son los que generalmente atacan las ideas propuestas, pero al final se irán a favor de la mayoría. Son los recuperables para la institución. Los renegados: son los que conspiran contra el cambio porque su modus vivendis está con el pasado, y son los que provocan la división dentro de la organización. Hay que expulsarlos a todos de la organización si deseamos el cambio. Hacer cambios es una tarea difícil y compleja, y para tener una simple idea de ello le invito a cambiarse a usted mismo, sus hábitos y costumbres. Imagine, distinguido lector, la titánica tarea de cambiar a una institución como la Policía que consta de 34,000 miembros de uno y otro sexo, educación, religión, estratos sociales, culturas y formación. No obstante, nunca es demasiado tarde para cambiar, pues nada permanece igual excepto el hecho de que el cambio siempre está presente. El rediseño de la corporación policial tiene que reconocer los principales problemas que están debilitando su accionar e impidiendo su desarrollo institucional tales como la necesidad de una mejor valoración con la comunidad, rescatar la confianza y credibilidad, para así reducir la inseguridad y el temor de la sociedad. Otro de los problemas está en la doctrina policial y su plataforma educativa para lograr una verdadera trasformación. Intervenir los viejos paradigmas de actuación para llevarlos acorde con las normas internacionales de respeto a los derechos humanos y una sociedad democrática, para así no estar en conflictos permanentes ni en tela de juicio entre el funcionario policial y segmentos de la sociedad civil, colocando el accionar policial en sintonía con los modernos conceptos sobre el desarrollo social y humano, obligando a una reconceptualización del rol policial en democracia tanto desde un punto de vista jurídico- legal y de la ética institucional. Un aspecto importante en la problemática actual son los bajos salarios, la falta de incentivos en cuanto a una seguridad social efectiva que dignifique a los agentes policiales en su desempeño profesional, y de esta manera alejarlos de la co- rrupción, que es gran inconveniente, y la capacidad de atraer nuevos y más calificados miembros del banco de recursos humanos de la sociedad misma. No debemos dejar de resaltar la necesidad de lograr una mayor y mejor relación de confianza mutua entre la Policía Nacional y el Ministerio Público, entes inseparables y complementarios en la lucha contra la criminalidad y la inseguridad ciudadana dentro del marco de un nuevo ordenamiento procesal penal y ante una nueva Constitución que definen sus roles respectivos. El desafío de un proceso de reforma policial no es solo un simple cambio de nombre o uniforme, sino un cambio doctrinal, un cambio cultural, que desde ya es complejo, lento y silencioso y a largo plazo. Hay que entender el porqué es importante la mutación, y quién será la cabeza del liderazgo que dirigirá este delicado proceso de metamorfosis, pues si no es así, se transformaría, la misma reforma, en otro de los problemas que ahondarían aún más la crisis institucional. La sociedad demandante debe de conocer a su Policía, y la Policía debe dejar que la sociedad la conozca. Ambas tienen que abrirse para que puedan observar sus debilidades, pero también admirar sus virtudes, buscando un consenso para un gran compromiso nacional y así llevar a cabo la necesaria reforma policial que tanto la sociedad dominicana demanda y los mismos policías anhelan para poder brindarles una sociedad segura, en paz, permitiendo así el desarrollo nacional. La producción de seguridad ciudadana no es solo una tarea de la Policía, sino que es compartida con la política de todo el Estado y de la misma sociedad, por lo que es la sumatoria de todos los sectores vinculantes en el proceso para trabajar arduamente en una política preventiva nacional más eficaz en la prevención del delito, o sea, remediar las causas que promueven las conductas criminógenas y adelantarse a la comisión de estos. Sin una armonía sobre los planes institucionales y estrategias intersectoriales, sin una estructura coordinada y eficiente, sin una política en base al conocimiento científico y equipamiento moderno, más una nueva estrategia criminal, más unas alianzas estratégicas con los demás sectores de la sociedad civil demandante, la reforma policial no será exitosa y estaremos dando toda la razón a “Nicolás de Maquiavelo” sobre la incertidumbre para emprender nuevos cambios.

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