HOMILÍA
Oración por el Papa Francisco
CARDENAL: UN HOMBRE SENCILLO, DIRECTO, AFABLE Y CON UN ESTILO DE VIDA LLANO.
Con ocasión de la fiesta de San Pedro y San Pablo celebrada ayer, la Iglesia tradicionalmente ha querido orar por el Romano Pontífice a quien el Señor ha puesto al frente del pueblo de Dios esparcido por todo el mundo. Los Obispos de República Dominicana todos los años nos congregamos en nuestra Catedral Primada para orar por las intenciones del Papa, antes de comenzar los trabajos de la Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado. Agradecemos muy sinceramente la presencia del Excelentísimo Señor Presidente de la República licenciado Danilo Medina y de su distinguida esposa doña Cándida de Medina, así como de los honorables miembros del Gabinete, del Excelentísimo Cuerpo Diplomático y Consular, de los Honorables Representantes de los Poderes Legislativo y Judicial, y demás funcionarios del Gobierno. Nos satisface también el que muchas personas puedan seguirnos a través de las transmisiones televisivas y radiales, agradecemos la gentileza de su sintonía. 1.- La Iglesia celebra hoy la liturgia del domingo XIII del Tiempo Ordinario. a. Después de la primera lectura tomada del primer Libro de los Reyes en que aparece la vocación del profeta Eliseo a quien el gran profeta Elías tiende su manto en señal de transmisión de su misión profética, nos encontramos con una hermosa lectura de la carta de San Pablo a la comunidad cristiana de Galacia en el Asia Menor. Esta carta es un reclamo vibrante en favor de la libertad cristiana predicada por San Pablo frente a las pretensiones de los judíos. San Pablo se enfrenta con el dilema Ley o fe, Ley o Espíritu. A la Ley no se opone el libertinaje sino el Espíritu. La Ley esclaviza, la fe emancipa y hace libres. La carta es al mismo tiempo una defensa apasionada de la misión que Pablo recibió del mismo Jesucristo y no de hombre alguno. No estaba en juego su prestigio personal sino la veracidad del Evangelio de la libertad en Cristo que Pablo predicaba. El Apóstol se defiende y defiende a la vez su Evangelio, recurriendo a datos y anécdotas autobiográficos: formación, conversión-vocación, visita a los Apóstoles en Jerusalén, enfrentamiento hasta con el mismo Pedro, ofreciendo una síntesis de su pensamiento sobre la salvación del hombre por la fe y no por las obras. Empeñarse en conseguir la salvación por méritos propios es hacer inútil e invalida la muerte de Cristo. b. El Evangelio proclamado hoy cierra la etapa de la misión de Jesús en Galilea y abre la del camino hacia Jerusalén. San Lucas narra tres encuentros vocacionales. En los tres casos el Señor habla de esfuerzo, urgencia, desprendimiento y ruptura con todo, incluidos los lazos familiares. Su seguimiento no admite dilaciones. En otras palabras, seguirle no atrae ninguna ventaja material ni social. Impresionan las respuestas de Jesús a los llamados. A uno que se ofrece a seguirle espontáneamente, no le asegura ventaja material alguna: “Las zorras tienen madrigueras y las aves nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. A otro, llamado por Él y que quiere ir primero a enterrar a su padre, le contesta: “Deja que los muertos (espiritualmente) entierren a sus muertos (físicamente). Tú vete a anunciar el Reino de Dios”. Finalmente a un tercero que le pide una moratoria para despedirse de su familia, le dice: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios”. c. Basados en las enseñanzas de San Pablo, no podemos confundir el mensaje de Jesús, que es Buena Nueva, donación de vida y filiación divina, libertad y gozo, solidaridad y amor fraternal, con un cúmulo de leyes y mandatos, negaciones y amenazas. Esto sobra porque está totalmente en desacuerdo con las palabras de Jesús: “Yo he venido para que tengan vida en abundancia (Jn. 10,10), la verdad los hará libres (Jn. 8,32); vengan a mí los que están cansados y agobiados y yo los aliviaré... Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mt. 11, 28ss). Somos hijos e hijas de Dios por su Espíritu que obra dentro de nosotros: “¡Padre nuestro!”. Esto es lo que nos posibilita el optimismo a pesar de todas las miserias humanas, las contradicciones del mundo, las intolerancias de personas cada día más alejado de Dios y constituidas en jueces necios de todos los demás. 2. Decía al comenzar que, además de la liturgia de este domingo a que acabo de referirme, hoy celebramos el Día del Papa con ocasión de la Fiesta de San Pedro y San Pablo. Hoy tenemos el gozo de contar con el Papa Francisco, de nuestra América Latina. Los que hemos tenido la oportunidad de conocerlo desde hace muchos años, sabemos la persona admirable que es, el mismo que se dio a conocer desde el primer momento en que se presentó en el balcón de la Basílica de San Pedro, un hombre sencillo, directo, afable, con un estilo de vida llano y sin mayor protocolo que la autenticidad y la verdad. Desde aquel momento inicial de su pontificado después de su elección, hemos seguido muy de cerca sus pronunciamientos y sus enseñanzas. Los medios de comunicación se encargan de ofrecernos su magisterio, habla con el corazón, con el testimonio de su vida, como el hombre que prefiere comenzar su día concelebrando en la capilla de Santa Marta, compartiendo la mesa con quienes se alojan en esta casa, naturalmente sin descuidar las grandes responsabilidades que pesan sobre sus hombros como Pastor de la Iglesia Universal. Creo sinceramente que todos los hijos e hijas de la Iglesia Católica e incluso buena parte de la humanidad, aprecian y disfrutan la forma en que el Papa Francisco se dirige a todos, comenzando por tantas personas que sufren marginación, pobreza, discriminación por razón de raza, religión o condición social. La Iglesia Católica siempre ha profesado amor, respeto, obediencia y fidelidad al papa, a pesar de todas las contradicciones y crisis que a lo largo de la historia han surgido. Debe afirmarse, además, con toda verdad, que ninguna institución religiosa o de otro orden ha tenido que enfrentarse con tantas crisis durante dos mil años de su existencia, Puede decirse que, desde que Jesucristo la fundó, siendo Él mismo el primer perseguido y condenado a muerte y siguiendo con sus doce Apóstoles, todos ellos martirizados despiadadamente, se habla de decenas de millones de mártires en 20 siglos, jamás han faltado a la Iglesia Católica persecuciones, intolerancias, cárceles, juicios, condenas y todo tipo de acusaciones. Y podría preguntarse, ¿por qué? Sencillamente porque no puede acomodarse a los criterios del mundo, marcado por el pecado, la injusticia y la mentira, comenzando por los que se creen grandes y con derecho al abuso y a pisotear a los pueblos imponiéndoles sus miserias, descontroles y estilos de vida. Basta estudiar un poco la historia o sencillamente el siglo concluido hace apenas trece años, cuántas montañas de cadáveres de pueblos indefensos, pisoteados, masacrados por gente sin ninguna moral ni derecho ni vergüenza. Ahí está la historia, perversa historia, y son los mismos que pretenden erigirse en dueños, señores y jueces de la humanidad. ¡Miserables! La Iglesia, pues, a pesar de sus debilidades sigue adelante, que las tuvo ya al comienzo cuando Judas Iscariote vendió a Jesús y Pedro lo negó por cobardía, pero luego se arrepintió. Hoy, 30 de junio, con toda la Iglesia dominicana, queremos orar por el Papa Francisco, Pastor de la Iglesia Universal, que el Señor le asista, proteja, le conceda salud y vida para que siga conduciéndonos según los planes, y voluntad de Jesucristo su Fundador. Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez