FRANCISCO JOSÉ ARNAIZ

Obispo critica desorden e inseguridad en el país

ATRIBUYE ESA REALIDAD A LAS FALLAS EN EL SISTEMA JUDICIAL

El obispo emérito de la Arquidiócesis de Santo Domingo, Francisco José Arnaiz, externó ayer su preocupación por la inseguridad ciudadana y el desorden nacional que, según expresó, existe en el país tanto en la familia, en el tránsito, en la educación y en el ejercicio del poder. Consideró que todo sigue igual que hace ocho o diez años, y expresó que la ciudadanía reclama seguridad. Llamó a los jueces del país a la meditación, al considerar que el desorden se debe a que la justicia no funciona. Expresó que la justicia es paz y reiteró que el desorden existente en la sociedad señala el mal funcionamiento de la justicia, tras enfatizar que cuando eso ocurre, la gente hace justicia por su cuenta. “Mediten un poco, donde no hay orden es porque la justicia no funciona, y donde hay orden, hay paz”, señaló al pronunciar la homilía en una eucaristía por el Día del Poder Judicial. De inmediato, en la misma eucaristía, el presidente de la Suprema Corte de Justicia (SCJ), Mariano Germán, le dio la razón al obispo emérito de Santo Domingo y dijo que estaba de acuerdo con sus planteamientos. “Sabemos que tenemos una tarea por delante difícil, pero Dios nos acompañará y quien confía en Dios no tiene el porqué arrepentirse”, expresó. Mientras, Arnaiz se preguntó cuántos presos duran en las cárceles los años que señala el Código Penal. Dijo que ya es hora de que los delincuentes de cuello blanco vayan a dormir a las cárceles. El prelado señaló que la población aspira al orden y a una sociedad menos salpicada por intereses particulares. Dijo que se sube al poder no para solucionar los problemas sino a buscar provecho personal, por lo que expresó que ahí es cuando se quiere que la justicia sea justa. Indicó que la sociedad en sentido general se crea grandes problemas, por lo que entiende que la clase política tiene el deber de solucionarlos, pero que al no hacerlo entonces la sociedad reclama un cambio. El obispo emérito estimó que la crisis moderna es de la inmoralidad, que ha sido la causante de la crisis financiera, educativa y en otros ámbitos. El sacerdote propugnó por un mundo más moral y por una justicia que castigue a todos por igual.

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