SECUELAS IRREPARABLES
Cicatrices más allá del rostro
MUJERES QUE HAN SIDO VÍCTIMAS DEL DENOMINADO “ÁCIDO DEL DIABLO” CUENTAN SUS HISTORIAS
Con apenas 28 años de edad y todo un futuro que le aguardaba, Wendy Cecilia Sánchez se convirtió en una de las víctimas mortales del denominado “ácido del diablo”. Ha pasado más de un año de la tragedia (11 de febrero de 2010 y murió el 18 de febrero) y todavía a su madre, Nereyda Olivares Reyes, le corren las lágrimas por sus mejillas como el primer día. Y es que esta sustancia química, que se utiliza para destapar inodoros y tuberías, se ha convertido en el arma de muchos desaprensivos que la utilizan para dirimir conflictos y las mujeres no han podido escapar de ella. Hay una larga lista de mujeres cuyos rostros se ven desfigurados sin que hasta el momento se cuente con mecanismos para castigar con penas severas a los que cometen ese tipo de delito, pues las autoridades lo tipifican como “riñas callejeras”. A pesar de las secuelas físicas y psicológicas que deja en las mujeres afectadas, muchos de los que cometen ese delito son castigados con simples medidas de coerción y otros nunca van a las cárceles. “Los que tienen el caso de mi hija no han hecho nada y yo le pido por favor a la justicia y al jefe de la Policía que tenga compasión de mí, porque solo Dios y yo sabemos por lo que yo estoy pasando”, exclama Olivares Reyes, quien dice que cuatro desconocidos se presentaron a la casa de su hija mandados por otra persona para que cometieran la acción, hecho en el que también falleció una amiga embarazada que se encontraba con ella y fue alcanzada por la sustancia. Un galón de la mortal sustancia fue suficiente para que los cuerpos de Cecilia Sánchez y su amiga fueran rociados y perdieran la vida sin que al día de hoy las autoridades hayan podido dar con los culpables. Para Yudelka González, aunque corrió mejor suerte que Cecilia y su amiga, no ha sido fácil permanecer con su rostro tapado a la espera de que Dios haga un milagro y las cicatrices no sean tan severas. Impune A tres meses de haber sido rociada con la sustancia todavía el agresor, Gregorio Radhamés Solís Tapia, no está en manos de la justicia, pues huyó y todavía no han podido dar con su paradero. González tuvo que dejar su trabajo como doméstica, ya que hasta los rayos del sol le afectan cuando los recibe directamente en el cuerpo. “A mí me ha afectado mucho, imagínate, en lo psicológico todo cambia, porque ya uno no se siente igual. De un momento a otro cambia tu personalidad, tu vida, estoy viviendo un cuadro muy depresivo”, cuenta con lágrimas en sus ojos. Su esposo y su hijo mayor también resultaron afectados durante el incidente en que el prófugo lanzó la sus- tancia a Yudelka. Aunque para la procuradora adjunta para Asuntos de la Mujer, Roxanna Reyes, las agresiones con esta sustancia no son una constante que se engloba dentro de la violencia contra la mujer, lo que sí es cierto es que son más las mujeres afectadas que los hombres. Señala que la mayor parte de los casos se dan en riñas en los barrios, y no del hombre hacia la mujer. “Sí te puedo decir que en las peleas callejeras, en las riñas entre mujeres en los sectores marginados, antes se entraban a golpes y se navajeaban como dicen, principalmente las mujeres por los niños, pero ahora están usando el ácido del diablo”, establece. El doctor Eddy Bruno, cirujano de la Unidad de Quemados del Hospital Luis Eduardo Aybar (Morgan), coincide con Reyes al señalar que la mayoría de las mujeres que llegan a ese centro por esa sustancia resultaron afectadas en riñas. Profundas Aunque asegura que pocos pierden la vida por estas agresiones, las lesiones que dejan son muy profundas. “Menos de 1% de esos pacientes fallecen. Tiene que ser un gran porcentaje de la superficie corporal afectada que lo lleve a contraer problemas renales, la causa principal de este tipo de paciente, pues es un tóxico que se elimina por el riñón y esos pacientes hacen una insuficiencia renal aguda”, dice. Dice que en lo que va del año han perdido la vida por esta causa al menos tres pacientes y que alrededor del 5% de los pacientes que llegan a la unidad son con quemaduras por ácido del diablo. “Ningún paciente afectado con ácido del diablo vuelve a la normalidad, son unas quemaduras devastadoras, sumamente devastadoras. El que sufre una quemadura por ácido del diablo sabe que no va a tener un rostro lozano nunca, estará afectado física y psicológicamente toda la vida”, señala. A esto se agrega que la mayor parte de los afectados, alrededor de 60%, con el tiempo sufre de ceguera, pues la sustancia le cae en los ojos y le afecta el nervio óptico. “Si yo fuera juez, el implicado que me llegue a mí acusado por ácido del diablo le cantaría 30 años seguro, por qué, porque es una lesión que te va a dejar una consecuencia por el resto de tu vida, si tiene cien años los vas a vivir condenado a que la gente te esté mirando”, indicó. PROFESIONAL TOCA EL ASPECTO PSICOLÓGICO Para la sicóloga Luz Marina Cortázar, del Instituto de la Familia, las agresiones con ácido del diablo influyen enormemente en el aspecto emocional, porque tienen todas las características emocionales que afectan a una persona que ha sido víctima de violencia o ha sido abusada. Dice que su autoestima se lesiona, ya que su rostro está desfigurado, “entonces ya ahí empieza a verse mal, su yo empieza a verse afectado, porque además las personas que tiene a su alrededor aunque la quieran y la amen, ella va a sentirse rechazada por otros cuando le vean su rostro completamente desfigurado”. También la interacción con las demás personas se ve afectada, porque la desconfianza la abruma. Cortázar entiende que el ácido del diablo se utiliza para agredir porque es una sed de venganza más grande, porque la herida se cura, pero la marca queda por el resto de la vida en el rostro de la persona. “Pienso que las autoridades tal vez no castigan ese tipo de violencia como un delito grave, porque la persona no muere, pero prácticamente queda destruida y el proceso para volver a reinsertarse nuevamente en el mundo laboral y social le toma tiempo”, señala. Para reintegrarse al campo laboral la experta asegura que dependerá mucho de la capacidad que tenga la persona y su entorno, de apoyarla y de poder salir adelante y que cuente con los recursos emocionales para poder salir de la crisis. Cuando esa persona no tiene esos recursos emocionales es importante que busque ayuda terapéutica. Más que en el rostro, estas cicatrices quedan marcadas en el alma de todas las mujeres que han sido víctimas del “ácido del diablo”.
