UNA VELA ENCENDIDA

Incendio acaba con la vida de dos hermanitas

MADRE ESTÁ HOSPITALIZADA A CAUSA DE QUEMADURAS

Otra vez, una vela encendida causó un fuego que acabó con la vida de dos pequeñas inocentes. Las hermanitas Carolin Suero, de 4 años, y Yadelin Suero, de 2 años, fueron las víctimas de un incendio ocurrido la noche del domingo pasado en el sector La Guáyiga, en el kilómetro 22 de la autopista Duarte. Su madre, Carolina Romero Ramírez, de 22 años, permanecía ayer en cuidados intensivos en el hospital Luis Eduardo Aybar, debido a quemaduras ante sus esfuerzos por socorrer a las niñas en el momento del siniestro, según informaron sus familiares. “Ella vino, las acostó, y volvió y salió, porque estábamos hablando, y después ella vino y prendió una vela para no dejarlas a lo oscuro... ella iba y venía”, explicó el tío de las víctimas, Víctor Manuel Suero. La historia de cómo ocurrió el incendio y qué lo provocó, no es distinta a las otras similares de niños dejados en la casa y que luego resultan calcinados en fuegos causados por una vela. La falta de energía eléctrica y el dejar solos a los niños porque sus progenitores salieron a hacer diligencias, nunca faltan. De acuerdo al tío de las hermanitas, eran las 7:08 de la noche cuando se fue la luz y las niñas estaban jugando en el patio de la vecindad, hasta que se durmieron. Su madre decidió acostarlas y dejó una vela encima de la lavadora porque la casa estaba muy oscura, mientras ella conversaba con sus vecinos. Momentos después, Víctor Manuel dijo que ella se dirigió al colmado a comprar unos pañales desechables, desde donde notó que su casa se incendiaba. Vecinos dijeron que trataron de sacar a las niñas, pero les fue imposible porque había una amplia cortina de humo y fuego. Ayer, el padre de las pequeñas, Arismendy Suero, no podía hablar. Entre sollozos, el motoconchista de 24 años explicó que estaba próximo a su casa, pero cuando llegó ya era muy tarde. El hombre, quien aún no se recupera de la pérdida de otra de sus hijas hace seis meses, a causa de asfixia, solo susurró que fue “un error”.

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