Análisis
El aumento de los salarios beneficia a los empresarios
LA DISPOSICIÓN ELEVA EL NIVEL DE CONSUMO DE LOS ASALARIADOS
Aunque se crea lo contrario, los grandes beneficiarios de los ligeros aumentos de salarios dispuestos por el Comité Nacional de Salarios y los que exigen los sindicalistas para los de sueldos moderados, todavía en discusión, son los empresarios dominicanos. Muchos dirigentes empresariales se han opuesto permanentemente a los aumentos salariales, tanto en tiempos de vacas gordas, que el país los ha tenido, como ahora en tiempos de vacas flacas, cuando se propala mucho el daño que ocasiona la crisis mundial. La mejoría de los salarios tanto en el sector privado como en el público no hará otra cosa como primer paso, que elevar el nivel de consumo de los asalariados, por lo que el dinero aumentado por las empresas y el gobierno, iría mayormente al comercio. La paz laboral que respira la República Dominicana, en la cual los trabajadores aceptan tranquilos y con resignación de manumisos los bajos salarios, no parece ser defendida con inteligencia por los empresarios cuando se niegan a subir los sueldos. No existe en la RD una beligerancia e intranquilidad laboral, lo que ha permitido en gran medida que las empresas crezcan, algunas de ellas como las comerciales, como hongos en todo el territorio, disponiendo de una mano de obra buena y barata. Deserción del empleoHay quienes creen que buena parte de la delincuencia que azota al país y que ya se va trasladando desde los ghettos que rodean Santo Domingo y Santiago hasta los sectores donde vive la gente acaudalada, se debe a la deserción y el desinterés por el empleo. Los estudios han hablado en los últimos tiempos del crecimiento enorme de la masa laboral informal, que se ha alejado de los empleos formales por los bajos sueldos y que constituye un ejército de desplazados que buscan hacer su vida como se pueda. Esos estudiosos culpan a los bajos ingresos por la falta de entusiasmo en las empresas, especialmente en el gran comercio, porque a falta de los salarios, no existen otros incentivos como por ejemplo planes para promover la educación de empleados e hijos. Para esos estudiosos podría ser sorprendente además que los empresarios que tomaron las riendas y comenzaron a crear negocios hace poco más de cincuenta años, tenían un sentido social de mayor compromiso que los muchos de los líderes actuales, hijos y nietos. Si bien esos empresarios eran anticomunistas a rajatabla, como su raigambre social había era baja, comprendían mejor el problema. Los hijos y nietos, herederos de los primeros emporios, egresados de universidades, tienen como única mira el lucro. El abogado experto en asuntos laborales, doctor Conrado Cedeño, contaba hace días que junto al doctor César Estrella Sadhalá, ya fallecido, fue a negociar el pacto colectivo de condiciones de trabajo en la empresa E. León Jimenes, de Santiago, en los años de 1970. Luego de exponer los puntos de vista del sindicato, los empresarios León Asencio le dijeron a los abogados y sindicalistas: “nosotros le daremos más de lo que ustedes piden”. En efecto, la empresa aceptó aumentos y mejorías pero también un plan de viviendas. Las encíclicasLa iglesia Católica definió muy bien desde hace tiempo su posición sobre el problema social en varias encíclicas. El venerable sindicalista dominicano José Gómez Cerda recoge las mismas, en un reciente artículo publicado en su portal, a partir de la fecha significativa del 15 de mayo de 1891, cuando se emitió la primera. Gómez Cerda se refiere a la encíclica Rerum Novarum (De las Cosas Nuevas), 15 de mayo de 1891, del papa León XIII, originalmente un sacerdote pobre italiano, llamado con el tiempo “papa de los obreros”. En su documento invitó a todos los trabajadores cristianos a organizarse sindicalmente. León XIII aconsejó que el salario debía ser suficiente “para el sustento del obrero y de su familia. Si el trabajador obligado por la necesidad o acosado por el miedo de un mal mayor, acepta, aun no queriéndola, una condición más dura, porque se la impone el patrono o el empresario, esto es soportar una violencia contra la cual clama la justicia”. El 15 de mayo de 1931 el papa Pío XI publicó la encíclica Cuadragesimo Anno (Cuarenta Años), para conmemorar los primeros cuarenta años de la anterior. En ella enfoca la labor del estado, las asociaciones obreras, la doctrina económica y social, el capital y el trabajo, la redención del proletariado, la propiedad familiar, el salario justo, el carácter individual y social del trabajo, la necesidad del bien común y restauración del orden social. Para conmemorar los 70 años de la primera encíclica social, Juan XVIII publicó la Madre y Maestra, en la cual señaló que “indudablemente son muchos los campesinos que abandonan el campo para dirigirse a poblaciones mayores e incluso a centros urbanos. Este éxodo rural, por verificarse en casi todos los países y adquirir a veces proporciones multitudinarias, crea problemas de difícil solución por lo que toca el nivel de vida de los ciudadanos”. Con la pérdida total de los paradigmas luego de que Juan Pablo II denunciara al capitalismo salvaje como uno de los males de los tiempos, el tema social ha quedado de lado y solamente algunos empresarios exponen su sensibilidad sobre el mismo, tanto aquí como en otros países. Uno de esos empresarios, quizás también un conocedor del pensamiento social de la iglesia, José Luis Corripio Estrada, abogó recientemente por los aumentos de salarios porque “no se necesita un análisis científico para saber que el dinero que ganan los trabajadores no alcanza”, según crónica de LISTÍN DIARIO firmada por Juan Eduardo Thomas. El mismo Corripio Estrada había reclamado con anterioridad, que “el gobierno haga todos los esfuerzos para dirigir los nuevos impuestos a los sectores más pudientes y a los artículos menos necesarios al entender que no se puede afectar el limitado presupuesto de las clases necesitadas”, de acuerdo a reseña de la periodista Odalis Mejía, de Hoy.