LA VIDA EN EL CONCHO

Chofer y cobrador dicen el trabajo en la calle es duro

BUSCAN EL SUSTENTO ENTRE TAPONES Y PASAJEROS QUE ANDAN RÁPIDO

Leche de coco”, como todos llaman a Raúl Rafael Concepción, es un cobrador de guagua que parece no temerle a nada ni a nadie. El peligro le acecha cada día “enganchado” de forma improvisada en una guagua o minibús, pero siempre mantiene en su rostro una sonrisa. El “péguense como anoche”, “chelitos en mano”, “quién se queda” forman parte del vocabulario de este cobrador que cada día debe lidiar con personas de diferentes estratos y formación. Posee una mirada alegre que se refleja en sus ojos verdes y tiene un contagioso espíritu laborioso que lleva a su desafiante trabajo, en el que expone su vida día tras día. Esa es parte de la historia del popular “cobrador de guagua”, un personaje especial que recorre calles y avenidas en busca del sustento diario. Casado y con dos hijos, Raúl Rafael Concepción inicia su día a las 6:00 de la mañana. Lluvia, sol y viento lo acompañan en la travesía y no es una limitación para lanzarse a las calles en busca de pasajeros. Acompañado por su inseparable consigna que detalla los lugares que atraviesa la guagua “Feria, Churchill, Perantuén”. No es prudente dejar de mencionar el diario transcurrir de los también llamados “padres de familia”. Los entaponamientos en las principales vías son un dolor de cabeza para ellos que salen de sus casas a “ganarse la vida” a través de una labor llena de riesgos y con un extenso horario que los hace permanecer, timón en mano, durante 12, 18 y hasta 20 horas. El conductorPedro Valeri, mejor conocido como Gonzalo, chofer de la ruta 37 (Churchill- Perantuén), reveló a LISTÍN DIARIO que incursionó en este oficio, no por gusto, sino por una opción que se le presentó luego de ser estafado en su negocio de leche y pescadería. “Soy chofer y uno de los fundadores de esta ruta desde el año 1988. Debido a la escasez del transporte y a la demanda de los pasajeros se procedió a organizarlo. Nos unimos varios propietarios de guaguas y fundamos sindicatos en varias partes de la cuidad”, agregó. Considera que pertenecer a un sindicato brinda muchos beneficios, porque garantiza la organización y transmite más confianza a los pasajeros. Valeri refiere que el trabajo lo inicia a las 6:45 de la mañana y concluye a las 10 de la noche. El chofer de guagua, soltero y padre de 10 hijos, indicó que su objetivo es poder brindar a su familia un futuro próspero: “Soy una persona trabajadora, me esfuerzo para encaminarlos para que sean profesionales, ciudadanos de bien” añadió. ImprudenciasAl preguntarle del ambiente laboral que reina entre los choferes de su ruta, no vaciló en expresar: “Siempre estamos en chercha, me llevo excelente con mis compañeros de trabajo”. Sostiene que lo que más le molesta es la gente indeseable que no sabe conducir y producen tapones innecesarios en las vías, debido a muchas imprudencias. La inobservancia de los semáforos, rebases imprudentes, presiones de tiempo y todo tipo de tempestades naturales forman parte intrínseca de la vida cotidiana de estos dos personajes. Todos conocen su labor: sin embargo, no todos están informados de la historia que se esconde entre el volante y ese chofer tan criticado por muchos pasajeros. PASÓ DE VENDEDOR DE TIENDA A COBRADOR“Leche de coco” es toda una historia que vale la pena conocer. Entre risas y anécdotas el joven cobrador cuenta que cuando inició en el oficio su color de piel era muy pálido, ya que trabajó por cinco años en una tienda comercial y no era necesario exponerse al sol. “Ahora es el sol parte de la cotidianidad, perdí el colorcito aquel, pero mis compañeros de ruta continúan con el llamativo apodo”, explicó.Con tres años y medio en la Ruta 37 (Churchill- Perantuén), expresa que su hermano lo motivó a incursionar en este oficio cuando con unos ahorros que tenía compró una ruta de guagua, en la que trabaja.Aunque asegura que está preparándose para ser chofer “comencé como cobrador y así me quedé”.Sostiene que termina de trabajar cerca de las 10 de la noche “en las paradas se descansa un poco, porque nadie aguantaría un horario tan extenso”. Precisó que la parte más difícil es “bregar con gente” y hay que tener mucha paciencia para socializar con los pasajeros del trasporte público, aunque según expuso su personalidad es tranquila y de compresión hacia los demás.

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