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“Network”, de 1976: El periodismo cuando se va por rumbos populistas

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Rienzi Pared PérezSanto Domingo, RD

Durante su es­treno, en el año 1976, quizás Sid­ney Lumet, no se imaginaba lo profética que podría ser sobre el poder de los medios de comunica­ción hoy en día. No importa la noticia per se, sino cómo se ofrece y que todo sea par­te del espectáculo para man­tener el rating de los progra­mas.

El gran poder de los me­dios de comunicación radica en su capacidad de persua­sión y convencimiento que a veces no pudiera ser del todo cierta. Lo importante en estos momentos es estar dentro del esquema que algunos llaman la “posverdad”, sin importar los valores que los receptores de esas noticias puedan creer. El mundo ha cambiado en los principios y en los valores, y ha surgido un nuevo paradigma a través de las llamadas redes sociales que están cambian­do patrones y conductas don­de lo importante es crear falsa informaciones con la finalidad de buscar el famoso botón de “like”.

Es una dependencia cons­tante del espectáculo y la his­toria de esta película no se aleja mucho de la realidad que se vive hoy.

La trama

Una cadena televisiva decide despedir al presentador del noticiero por bajo rating; pe­ro por respeto a su figura les darán dos semanas más pa­ra que prepare su despedida. Sin embargo, Howard Bea­le (Peter Finch) al siguiente día, anuncia en vivo que se suicidará. Tras esta impru­dencia, el canal le exige que respete al espectador y que se enfoque en una despedida digna por los años dedicados a su trabajo.

Su gran amigo y mentor el señor Max Schumacher (William Holden) trata de persuadirlo y le pide presen­tar disculpas en el próximo programa por su exabrup­to. Howard Beale lo entien­de y acepta. Al día siguien­te, en pleno programa, en vez de disculparse, comien­za a denunciar la vacuidad de la vida y la doble moral de las personas y dice todo lo que el mundo desea es­cuchar, pero que nadie se atreve a decirlo. Ahora bien, todo se centrará en cómo exponer una denuncia o de qué manera la informamos. Howard Beale viene a con­vertirse en el medio o canal de las voluntades de las gen­tes. Esta acción ha conlleva­do el rating a lugares nunca antes vistos; por lo que el ca­nal ha decidido aprovechar­se de la situación y explotar esta locura de Beale para be­neficio propio.

Paralelamente a este epi­sodio, Diana Christensen (Faye Dunaway), directora del área de entretenimien­to de la emisora, aprovecha la situación, y por artimañas termina escalando posicio­nes en la empresa para fu­sionar noticias con entrete­nimiento.

El director del noticiero observa con precaución el desarrollo que ha tomado el programa y mantiene sus reservas; pero los índices de audiencia suben y los due­ños de la emisora mantie­nen el programa al aire. Sin embargo, los productores no visualizan el peligro que acarrea este éxito porque se convierte en un boomerang si se deja al libre albedrío por los sentimientos desenfrena­dos de los conductores.

Valores técnicos

La puesta en escena se apo­ya en el talento del director para construir una esceno­grafía sobria, en una direc­ción de actores sin fisuras y en una cámara obediente. Los planos largos con diálo­gos inteligentes destacan la sátira sobre un tema que se ha mantenido actualizado, máxime en estos momen­tos donde quienes hacen los programas no son el director ni los periodistas, sino el pú­blico.

ZOOM

Algunas curiosidades de la película.

El guion fue escrito por Paddy Chayefsky, pre­miado con el Oscar al Mejor Guion de ese año.

Está inspirada en el su­ceso de Christine Chub­buck, periodista estado­unidense que se suicidó durante una transmi­sión en vivo en julio del 1974, en medio de su programa noticioso sa­có un arma de fuego y se disparó en la sien.

Peter Finch murió dos meses antes de la Pre­miación de los Oscar, sin embargo, obtuvo el ga­lardón como Mejor Ac­tor.

Un récord.

Beatrice Straight tiene el record al Oscar (mejor actriz secundaria) por aparecer menos tiempo en pantalla. Por esta pe­lícula ella obtuvo el ga­lardón por salir a escena solo seis minutos.

En el año 2000, la pe­lícula fue considerada «cultural, histórica y es­téticamente significa­tiva» por la Biblioteca del Congreso de Esta­dos Unidos y selecciona­da para su preservación en el National Film Re­gistry.

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