DESDE LA ÚLTIMA BUTACA
The Day He Arrives
Hong Sang-soo filma sus películas como quien respira un oxígeno especial. Plantea dilemas en personajes que pertenecen a sí mismos.
Es uno de los más importantes cineastas surcoreanos de hoy con una obra reconocida dentro y fuera de Seúl. Ha dirigido películas inolvidables como “Virgin Stripped Bare by Her Bachelors” (2000), “On The Occasion of Remembering the Turning Gates” (2002) y “Night And Day” (2008). En 2010, con “Hahaha” ganó “Un Certain Regard”, de Cannes. Con “The day he arrives” (2011) compitió en el mismo evento con cintas de Kim Ki-duk y Na Hong-jin, pero en lucha reñida, fue vencido por el director de “Hierro 7”. Sus películas van dirigidas a rescatar el entramado interior de personajes muy parecidos a nosotros. Frente a un film suyo no vale la pena ver “qué” nos propone sino, más bien, “cómo” lo propone. Sus guiones están llenos de sutilezas. Se aleja de las caricaturas y crea el universo de los fracasados o virtuosos, complejos o fascinantes, perdedores o gentes rumbo a la perdición.
En esta película, Hong vuelve al tema del cine dentro del cine. Y en ella rastrea a quienes se mueven detrás de las cámaras. Su protagonista sufre en carne propia la disciplina de sus propios actores en sus películas. Con una fotografía impresionante y nada pretenciosa, Hong expone el milagro del cine por la capacidad de producir realidad mediante la imagen y el discurso. Esta obra va destinada a desnudar la vida; no responde a una realidad, sino a múltiples factores, ya bien individuales o colectivos.
“The Day He Arrives” posee varias lecturas dentro un espacio de tiempo reducido. Con un ritmo narrativo dinámico, vamos entrando en ese entramado donde el tiempo parece no correr y donde seremos testigos del valor que se le otorga a la reflexión. Sorpresa tras sorpresa, encuentro tras encuentro, jornada tras jornada, la vida del protagonista gira como las manecillas del reloj dentro de un Seúl poco ortodoxo, donde los milagros traspiran sobre las calles envueltas en aires de nocturnidad.
Dentro de esos encuentros, Hong se encarga en sacar diálogos entretenidos, situaciones conflictivas que resquebrajan cualquier roce simbólico. Con ese tipo de cine ha conseguido un discurso que genera sus propias dinámicas y lógicas. Los escenarios naturales fueron muy bien seleccionados al igual que esa música ambiental que convoca al ambiente de tertulia, pero que también revuelve el temor a lo desconocido.