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DESDE LA ÚLTIMA BUTACA

26 años

Dos temas recurrentes del ci­ne coreano de hoy no ocul­tan el rostro: la dictadura de los ochenta (léase el cine político) y el contubernio e impericia policial.

Obras de estos géneros, de gran deman­da popular, abundan en el catálogo penin­sular sin implorar presupuestos. El presti­gio alcanzado por el arte de ese país es tal que sea cual sea su tema, siempre encuen­tra recursos para salir adelante.

Los productores de la cinta “26 años” (en cartelera de Netflix), recaudaron la inmen­sa mayoría de sus fondos de donaciones particulares de distinto origen y montos, desde ínfimos hasta sumas considerables.

Su tema admite otro ajuste de cuentas con aquel doloroso pasado: la masacre de Gwanju, donde perdieron la vida centena­res de personas, asesinadas por las tropas del dictador Chun Doo-hwan, y sus colabo­radores.

A diferencia de otras piezas de tema si­milar (“A taxi driver”, 2017), “26 años” se enfoca en la venganza de un grupo de jóvenes contra los autores intelectuales de aquellos crímenes.

Apasionada a veces y referencial otras, su director ha recreado el sufrimiento de un país ante injusticias constantes.

Muy logrados son los episodios inicia­les, en forma de dibujos animados, don­de se retoma la esencia del cómic del cual parte la trama.

La historia narra cómo tres jóvenes cuyos familiares fueron asesinados en aquellas hornadas, son reclutados por un empresario y su hijo, para ajusticiar al ex-presidente por sus más de 2,000 ase­sinatos.

El guion contiene elementos emoti­vos. De pronto vemos a grupo en acción con un plan en marcha. Este dinamismo es otra peculiaridad del cine coreano pa­ra sobresalir y triunfar como obra de ar­te. Además, la intensidad dramática ga­rantiza que las lágrimas, por una razón u otra, estén aseguradas.

Cho Geun-hyun, un renombrado pro­ductor de filmes como “Duelist” o “For­bidden Quest” debuta como director y guionista en este trabajo aceptable. El ritmo cinematográfico, con estructu­ra de thriller, es cautivador y los senti­mientos que mueven a los personajes parecen sacados de la vida real. Su te­ma político da fondo a la historia y a sus personajes.

En “Flower”, la canción insignia, cola­boraron actores y cantantes y conforma­ron el video musical distribuido junto al tráiler. Un mensaje de paz para impedir los conflictos armados.

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