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DESDE LA ÚLTIMA BUTACA

El estallido de la ira

El cine coreano le ha cantado a la ineficiencia policial.

Sus directores las han em­prendido contra el lado oscu­ro la ineficacia de la institu­ción del orden, ya bien por su impericia o su grado de corrupción.

La ciudadanía peninsular aplaude este tipo de discurso ético contra el sistema que envuelve la persecución del delito.

“El estallido de la ira”, de Lee Jeong-beom es la más reciente propuesta cultu­ral dedicada a dejar muy mal parada a la autoridad que debe velar por tranquilidad ciudadana y el respeto al ordenamiento so­cial.

Su guión no goza esta vez de las exce­lencias literarias en obras de este tipo: da vueltas alrededor de motivos ya gastados y situaciones inacabadas que pueden con­fundir a un espectador cansado de las in­conductas de sus autoridades.

El protagonista, Jo Pil-ho ha llegado al status policial gracias a su indisciplina e imprudencia. Junto a un joven cómplice se dedica a robos menores, tal vez moti­vado por los escasos ingresos que recibe o por el poder que le otorga la placa con la que intenta imponer respeto.

En este filme la denuncia va dirigi­da hacia tres ángulos delineados en pe­queños trazos. La corrupción dentro del sistema, el animado lucro que ofre­cen los poderosos por el servicio de en­cubrimiento a sus fechorías, y el involu­cramiento del aparato fiscal en delitos de prevaricación. Un parlamento estelar sale de labios del perseguido Jo Phil-ho cuando descubre la corrupción en otras esferas: “No puede negar que es un fiscal de Corea”.

Lee Jeong-beom (“No Tears for the Dead” y “Wooneun Namja”) vuelve tras cinco años de ausencia con esta obra si­tuada en Corea del Sur con Lee Sun-kyun como un policía corrupto y violen­to. El director también ha contado con Jeon So-Nee (“After My Death”) como co-protagonista, Park Hae-Joon (“Be­liever”) y Yun Ji-On (“Along With the Gods”).

La última vez que Lee Sun-kyun inter­pretó a un policía fue en el exitoso filme “A Hard Day”. En ese caso, también ca­racterizó a un policía corrupto que inten­taba encubrir una muerte en un acciden­te de tránsito.

A pesar de las excelencias de sus en­cuadres, fotografía, manejo del color y actuaciones, estamos frente a una obra menor, hecha para llamar la atención y provocar entretenimiento. Pertenece al catálogo de Netflix.

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