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DESDE LA ÚLTIMA BUTACA

¿Y el género musical en el cine dominicano?

El viento se llevó los posibles filmes musicales dominicanos de su era dorada. Johnny Ventura, Wilfrido Vargas, Fernando Villalona, Milly Quezada, Eddy Herrera, Juan Luis Guerra, los hermanos Rosario, Sergio Vargas y el Conjunto Quisqueya, entre muchos otros, han quedado sin ver sus historias (y su música) en la gran pantalla. No creo que sea una cuestión de las inclemencias del tiempo, sino de criterios. El cine dominicano en vez de industria cultural es una maquinaria preparada para triunfar en la taquilla a través del producto más fácil: la comedia barata (o sobrevaluada).

Se podrá argumentar que en el contexto donde triunfó esta generación de excelentes músicos no existía Ley de Cine, ni Reglamento, ni vocación de invertir en la producción de filmes para preservar una parte valiosa de nuestra identidad. Pero en ese misma época, varios realizadores internacionales, desde Sidney Pollack hasta Luis Llosa aprovecharon el talento y las locaciones de la República Dominicana para filmar varios proyectos que si bien no fueron musicales, resultaron indudables éxitos internacionales. En algunos casos, el país se uso como plataforma para reproducir escenarios cubanos, inaccesibles entonces para los cineastas residentes en tierra “desafecta” al sistema.

Como pardoja, algunas de esas películas se referían a la historia nacional y tocaban el tema del cine político. “En el tiempo de las mariposas”, “El misterio de Galíndez” y “La fiesta del Chivo”, con sus virtudes y defectos, son obras siempre tendremos que agradecer.

La música popular dominicana solo servía como banda sonora o pequeñas escenas para amenizar lugares festivos. O en muy pocos casos, llegaban en forma de documentales como el realizado al gran compositor Rafael Solano, o el proyecto de Félix Limardo “Sol Caribe”, para muchos algo netamente turístico, parecido a la producción que consagró a la popular agrupación cubana “Buena vista social club”.

Hasta el momento, el tiempo ha enterrado la trascendencia visual de nuestras grandes figuras musicales en historias de ficción. De haber vivido en países como México o Argentina, el talento criollo habría quedado registrado para siempre en forma de imágenes en movimiento, formando parte de la cultura tangible de la patria.

Hoy, en panorama actoral en el cine para ellos, no parece alentador. Más bien se abre para los cantores de la mal llamada “Música Urbana”. Sin embargo, los proyectos donde ellos participan nunca se inspiran en sus vidas ni en su música. Solo se usan sus nombres y figuras para llenar las salas.

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