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DESDE LA ÚLTIMA BUTACA

La dolce vita

Las “travesuras” de los paparazzis y las “escaramuzas” de la prensa sensacionalista para hacer negocio con su propia dignidad, han sido recreadas a lo largo de la historia del cine. Obras mayores y menores tocan el submundo sicológico del periodismo barato, legando propuestas de diversas configuraciones.

En una de sus más brillantes puestas en escena, Federico Fellini mostró en “La dolce Vita”, el vacío existencial de Marcelo, un medriocre redactor de un diario sensacionalista (en este caso de farándula, aunque no todos los periodistas de farándula son mediocres) que escala posiciones importantes dentro del estrellato de la comunicación social gracias a la cualquierización de la sociedad italiana de post guerra.

En ese contexto, cobran vigencia divertimentos y excentricidades, megadivas y paparazis, la crónica rosa, los rumores inverosímiles, la penetración cultural extranjera, las borracheras baratas, orgías y, sobre todo, la vida fácil, donde no caben el pensamiento y el humanismo. El arte y los auténticos artistas italianos pasan a dormir en las oscuras catacumbas construidas por el Imperio Romano, ocultas en los empolvados subterráneos de la ciudad eterna.

El filme anuncia un cambio en las reglas del juego cultural. Fellini retrata las circunstancias que mueven a los actores sociales en plena decadencia moral: donde comenzó la gran cultura de la humanidad es donde mismo termina.

Todas las artes, toda la arquitectura europea, proviene de Italia. Sin embargo, lo que ayer conmovió al mundo, hoy solo es rastro de penumbras: la vacuidad sustituye a la literatura, a la escultura, a la arquitectura, a la música y a todo el legado azurro. Desde aquél entonces (1950), ese mal no ha sido solo propiedad exclusiva de la cotidianidad romana, sino también que se extendió fuera de sus fronteras. El mundo prefirió el culto al escándalo antes que a la teoría del saber.

“La dolce vita” es un filme muy fuerte. Está adornado con un toque de glamour que puede confundir, pero no ocultar. Es una denuncia social conmovedora para su época.

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