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DESDE LA ÚLTIMA BUTACA

Manuel Cofiño, censurado

No fue un conspirador. Pero la envidia tocó a su puerta. Todavía hoy, mencionar su nombre en Cuba es provocación. Su novela premiada en Casa de las Américas “La última mujer y el próximo combate” fue el detonante de todo. Algunos levantaron en su contra el telón de la ignominia. Su único pecado fue escribir bien y salpicar sus historias con viñetas, algunas de su propia impronta. Manuel Cofiño no le hizo daño a nadie. Pero su inesperado premio rompió el orden sucesorio. Lo único que pudieron hacerle fue demolerlo a sus espaldas. Lo acusaron del cultivo del “realismo socialista”. Esperaron su muerte para blandir la espada en lo más profundo de su memoria. Se olvidaron de sus cuentos, de su obra infantil, de su creatividad. Y hoy no se reeditan sus libros. En las universidades se distorsiona su literatura. Los roedores supieron esperar el momento adecuado para salir de su cueva. Se abría una nueva política cultural en Cuba y había en que enterrar todo lo anterior al precio que fuera necesario. Lo expusieron al mundo como símbolo del mal.

Su breve paso por el cine es otro de sus múltiples aportes al país que tanto amó y a los escritores y artistas que tanto ayudó.

Cofiño escribió el guion de una película dirigida por Sergio Giral y censurada por el ICAIC en 1981. Muy pocos conocieron su faceta de cineasta hasta que el Gobierno decidió engavetar la obra por tocar un tema espinoso: la corrupción administrativa y el desvío de recursos del Estado para uso particular.

Su impronta podría colocarlo en vía contraria al discurso oficial. Pero no era así. Olvidaron que se encontraban frente a un escritor con fibra y corazón, de esos que solo pretendían una huella en la historia literaria de su país.

“Techo de vidrio” fue también una experiencia en la carrera cinematográfica de Sergio Giral, libra por libra, un reconocido director antillano. Primero, no pensó dos veces en aceptar el proyecto. Le fascinó el guion de Cofiño y ni siquiera lo tocó. Después, reunió a un elenco muy conocido e integrado por Susana Pérez, Samuel Claxton, Miguel Gutiérrez, Jorge Villazón, Salvador Wood, Ana Viñas, Eduardo Macías, Idelfonso Tamayo, Luis Rielo, Lillian Rentería y Roberto Perdomo, entre muchos otros. Nada menos que José María Vitier la musicalizó. Pero nada impidió su sentencia de muerte. El tiempo y el rumor se encargaron de minimizar su importancia. Pero no se puede tapar el sol con un dedo, por muy rojo que sea, cuando del otro lado hay un corazón verdadero. Y aún muerto, Cofiño “sí tiene quien le escriba”.

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