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DESDE LA ÚLTIMA BUTACA

Hitchcock, precursor del cine político

Mi primer acercamiento con el cine político llegó con el filme de Alfred Hitchcock, “El hombre que sabía demasiado” (1934), protagonizada por Leslie Banks y ese gran actor de origen judío llamado Peter Lorre. En 1956, el mago del suspenso hizo un autoremake de su memorable cinta y esta vez encargó los papeles protagónicos a Doris Day y James Stewart. Muchos no conocen este memorable guion donde un matrimonio norteamericano está pasando unas vacaciones en Marruecos. Tras la muerte de un espía en el mercado de Marrakech, el matrimonio descubre que su hijo ha sido secuestrado. Sin saber en quién confiar, los MacKenna se ven envueltos en una angustiosa pesadilla que tiene que ver con una operación de espionaje internacional.

Un año después (1935) el propio Alfred Hitchcock llevó a la pantalla la novela de John Buchan. protagonizada por Robert Donat y Madeleine Carroll, película que según Miguel Ángel Palomo del periódico “El País” es un sólido e inteligente ejercicio de suspense que el cineasta creó como cima de la etapa británica de su carrera, una película viva y apasionante”.

El 1939 Hitchcock (última película de este director antes de si etapa norteamericana) estrena en Londrés “Jamaica Inn”, otro filme de intriga donde denuncia la corrupción y el bandidaje de parte de un alcalde local a principios del siglo XIX, (Charles Laughton) quien maneja una banda de delincuentes que comete todo tipo de fechoría. Coprotagonizada por Maureen O’Hara, se recrea la historia de una joven irlandesa huérfana,que viaja a Cornualles (Inglaterra) con su esposo. Ambos pernoctan en la posada ‘Jamaica’. Muy pronto, Mary se da cuenta de que ha entrado en una cueva de criminales que se dedican a provocar naufragios con el fin de saquear los barcos. Lo interesante de este film, además de su guion es la continuidad de Hitchcock en su denuncia al bandidaje que en aquella época auspiciaban los líderes políticos detrás de una fachada de bondad y servicio desinteresado a su comunidad. Su cinematografía responde al desarrollo tecnológico del cine en aquella época, muy rudimentaria si la comparamos con los avances del cine que conocemos hoy. Si algún director se aventurara a trabajar el remake de esta cinta, con los recursos de la posmodernidad, lograría la reactualización de un filme importante no solo por llevar la firma de un gran realizador, sino por ser reflejo del tipo de corrupción política que se practicaba en una época.

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