MIRANDO HACIA ARRIBA
Dios usa lápiz labial

Hola mis queridos lectores, es posible que este título les haya llamado la atención a más de uno de ustedes pero es simplemente el título de uno de los libros más preciados de mi biblioteca.
Ese libro, cuya autora es Karen Berg, me enseñó dónde radica la mayor parte de las dificultades que enfrentamos las mujeres, a propósito de que hoy celebramos el Día Internacional de la Mujer.
Y para asombro de muchos la raíz de la dificultad de nuestro género es no saber que no sabemos el poder que tenemos y el rol que jugamos como seres humanos frente a las responsabilidades que nos toca, pero el mayor desconocimiento es ignorar nuestro gran poder espiritual.
La mujer es por naturaleza físicamente más resistente que el hombre, solo basta con vernos en el proceso de ser madre. Lo que es verdad en el plano físico es también al espiritual, nosotras poseemos un conocimiento innato. Muchas investigaciones revelan que las mujeres utilizamos regiones más diversos de nuestro cerebro y somos capaces de comprender la comunicación verbal mejor que los hombres.
Se nos ha otorgado el don de ser más intuitivas, algunas dicen que clarividentes, poseemos la capacidad de ver las cosas más claras de nuestros cinco sentidos.
Estas herramientas se nos han otorgado tanto para ser madres sabias como para alimentar el componente espiritual entre nosotras y nuestros esposos o compañeros. Fuimos creadas para ser líderes espirituales de nuestro hogar. La mujer es la corona del hombre.
La pena es que muchas no están conscientes de esto y no han desarrollado la capacidad de ejercer este papel, pero mucho menos de crearle conciencia al hombre y de conocer su gran valor frente a él y en la vida de él.
Qué dura es esta realidad “La mujer que no se prepara para construir, automáticamente está lista para destruir, debido al gran poder que radica en nosotros”.
Según Karen la mujer está sujeta a dos fuerzas, por un lado, el compartir, ocuparse de los demás, llevar mil cosas a la vez, dar, ser la luz, la fuerza, es decir la “causa”; por el otro ser “efecto”, querer, pedir, tomar solo para sí misma, actuar en el “yo, yo, yo”, ser víctima, sin encontrar el punto medio.
De ahí el darnos cuenta que compartimos dones con Dios, más que los hombres, por eso el título está en Internet, ojalá se regalen la oportunidad de leerlo, sé que de ser posible habrá más de una razón para celebrar hoy.
Felicidades a todas las mujeres, me enorgullezco de todo lo que hemos logrado y de lo que somos capaces de crear.