Argentina

'Relatos salvajes'

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Armando Almánzar R.Santo Domingo

Y ahí, de inmediato, encontramos la gran diferencia: Jackson nos ofrece un espectacular show en tercera dimensión y no nos cuenta nada que importe. Damián Schifrón, argentino, nos cuenta una historia que es cine y que sí dice algo sobre lo que somos nosotros todos, los seres humanos, y eso es importante tal y como él lo ha hecho. Con dos o tres efectos especiales y nada más, pero con actores y actrices haciendo de lo que somos, o sea, de seres humanos, repetimos, comunes y corrientes, como usted que lee estas líneas y tiene esposa e hijos, como su vecina que se va a casar pronto, como el otro que tiene que viajar mucho por nuestras carreteras, como la otra infeliz que tiene que pasar casi toda la noche sirviendo en una cafetería, como el señor millonario cuyo hijo tiene un buen carro pero no responsabilidad, ambas cosas venidas del padre, como usted que maneja en la ciudad y ve cómo un general o un político se salta el semáforo en rojo y nadie mira, pero si usted pisa la ralla amarilla le ponen una multa y tiene que pasarse cuatro horas en la sede maravillosa de AMET para saldarla, de eso trata, eso es lo que nos cuenta Scifrón en “Relatos salvajes”. Son seis historias cortas perfectamente enhebradas entre sí, con una edición que es una maravilla, con una perfección histriónica de todo el reparto que asombra. Pero, sobre todo, son historias que, si fuera posible, nos encantaría enfrentar en un cine-forum con un buen público (a ser posible, conocedor y educado), y dirigido el debate por cualquiera pero con la decidida participación de por lo menos un sicólogo y un sociólogo. Porque lo que expresa este film, en conjunto, es lo que somos, seres normales como cualesquiera, pero que, en un momento determinado, y en ocasiones sin una motivación valedera, nos convertimos en seres irracionales, dejamos escapar esa violencia ancestral, atávica de nuestros antepasados más remotos y respondemos de una manera que puede parecer ilógica pero que no podemos negar. Usted verá la película, apreciará las seis historias, algunas le gustarán más que otras. A nosotros, por su más complicada urdimbre y por su alcance sociológico, la que preferimos es “La propuesta”, esa del accidente, el abogado, el hijo, los padres yÖ el jardinero de la casa. Pero no queremos señalarles caminos: vean ustedes el filme, aprecien las historias, disfruten de ese formidable Ricardo Darín en “Bombita”, de Erica Rivas en “Hasta que la muerte nos separe”, de todos, actores y actrices, porque es su pericia como intérpretes y la mano firme de Scifrón como guionista y director lo que hace está película muy digna de disfrutarse.

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