‘Locos por los votos’
Lo de convencionales no lo decimos por las que hacen demócratas y republicanos en USA, sino por la historia que cuenta este film, “The Campaign”, dirigido por Jay Roach y escrito por Chris Henchy y Shawn Harwell. Porque, por más que hagan para desviar la atención o paliar o disimular lo que cuentan, sigue siendo más o menos otra seguidilla de lo que es, desde hace años, la temática normal de la comedia barata de Hollywood (barata no por lo que cuenta, sino por la pobreza de lo que cuenta): el inevitable triunfo del o de los idiotas de turno. En la presente, Cam Brady es un político que ha sido gobernador durante dos períodos en una ciudad norteamericana y que se presenta para ganar por tercera vez y no tiene contrincantes. Si usted ve esta cosa, se preguntará cómo un imbécil tan bruto, tan promiscuo como ese ha podido ser elegido dos veces. Pero sucede que un par de millonarios deciden que necesitan que alguien le haga frente para entonces manejar al nuevo para ejecutar su plan de comprar tierras en el estado para entonces venderla a los chinos y traer trabajadores chinos para pagarles lo que les pagan en su país y así ganárselo todo. En ese instante usted debería peguntar: ¿y por qué no sobornar al estúpido que va a ganar por estar solo como candidato? Pues no lo hacen porque entonces no podrían hacer la comedia, porque tienen que buscar a otro tan estúpido como Cam para que compita, Marty Huggins, a quien nos presentan en las primeras escenas casi como si fuera “gay” para irle variando luego, pero sin que deje de ser un patán sin ideas que es manejado como marioneta por Tom Wattley, el enviado de los millonarios Y la historia se desarrolla entre los dimes y diretes de la tal “campaña”, con cada uno de ellos sacándole los defectos al otro, uno preferido primero, el otro después a medida que van metiendo la pata, y las metidas de pata son particularmente ridículas, algunas de ellas perfectamente inverosímiles, otras hasta tan estúpidas que no podemos creer que hayan sucedido y que, además, se presenten en la TV como parte de la promoción en la campaña. O sea, esta historia es una perfecta necedad, pero no tenemos empacho en confesar que, repartidos aquí y allá a través de los 85 minutos que dura este asunto (se le agradece la brevedad), aparecen unos cuantos buenos “gags” que nos hicieron reír. Eso la salva del desastre, como no la salvan Will Ferrer, que es detestable como actor, ni el tan cantaleteado Zach Galiafanakis, los dos candidatos.

