CINE
‘Los descendientes’
HERMOSA, TERSA Y PERFECTAMENTE ACTUADA
El melodrama, como cualquier otro género cinematográfico, puede dar lugar a excelentes películas. Recuerden a Douglas Sirk, a quien una de los personas que más ha sabido de cine en este rincón del mundo, Arturo Rodríguez Fernández, tenía en un sitial preferencial. Hasta a nosotros nos convenció sobre el gran valor de films como “Palabras al viento”. Y, para nosotros, “The Descendants” es, prácticamente, el melodrama perfecto, que no es lo mismo que decir la película perfecta. Por un lado, Alexander Payne, Nat Faxon y Jim Rash han escrito una historia hermosa, profunda, dentro de su acendrado carácter familiar, pero (y he aquí una de sus ventajas), con una gracia muy acentuada y que aparece a ratos como casual que se filtra entre los intersticios del drama para hacerlo, de esa manera, menos gravoso y pesado, porque, piénsenlo, eso de pasar casi dos horas con un padre y dos niñas rebeldes por su edad enfrentados a la madre en un estado comatoso prácticamente irreversible no es como para que ningún espectador se divierta. Pero, además, hay otro detalle, que no hemos de revelar a ustedes, que consigue aligerar esa fuerte carga melodramática porque hace que la historia de un giro, siempre dentro del mismo asunto central, aunque, si lo piensan bien luego de verla, se percatarán de que no es un giro, sino que la historia tiene otra vertiente más que es importante dentro del desarrollo dramático de los personajes, pero, en especial, del personaje central, Matt King. Podemos agregar, por supuesto, una excelente fotografía de Phedon Papamichael y, como detalle un tanto insólito, que en este film no se buscó Payne un músico profesional para una partitura, sino que, se hace evidente, entre él y posiblemente sus guionistas, quién sabe si también George Clooney, seleccionaron un manojo de canciones propias del lugar, Hawai, algunas interpretadas por guitarra, otras cantadas, que dan un marco sonoro adecuado a los bellos paisajes donde sucede la acción y que, como sabrán cuando la vean, tienen una importancia fundamental en el relato cinematográfico. Y, como nos ha pasado ya varias veces con las últimas películas “oscarizadas” que hemos visto, el reparto que, dejando aparte al muy famoso Clooney, al veteranísimo Robert Forster y al regordete Beau Bridges, ambos en roles secundarios, está formado por caras poco o nada conocidas pero que cumplen más que cabalmente con sus personajes. De más está decir que Clooney es de nuevo formidable, pero las niñas, Sharlene Woodley y Amara Miller, y junto a ellas el atorrante Sid, que hace Nick Krau- se, forman un trío capaz de tapar cualquier desliz de la narración… en caso de que los hubiera. Como habrán comprendido, recomendamos este film, aunque no nos parece que pueda ganar el Oscar al Mejor del 2011.