DESDE LA ÚLTIMA BUTACA
La hora de la religión
Ficha técnica: País: Italia. Año: 2002. Duración: 102 minutos. Director: Marco Bellochio. Reparto: Sergio Castellitto, Jacqueline Lustig, Chiara Conti. Sinopsis: La madre de un pintor ateo está a punto de ser canonizada por el Vaticano. Nada extraordinario parece evitar la decisión del Summo Pontífice. El referido hijo no parece muy interesado en consagrar a su progenitora con ese título nobiliario, a diferencia de su familia. I “La hora de la religión” resume la estética cinematográfica de Marco Bellocchio. Elementos como la ironía, la provocación, el ultraje a la frontera entre sueño y realidad, el respeto a la inteligencia del espectador y la convicción de que en el cine, como en el amor, hay que dejarse llevar, lo han convertido en un maestro imprescindible. En este caso, puso en escena un guión que traduce con sutil lucidez el estado de unos personajes controversiales, que además de enfrentarse con el pasado durante el proceso de beatificación de un familiar cercano, viven situaciones inesperadas, provocadas por la irreverencia de un pintor rebelde que rechaza toda relación con el oficialismo eclesiástico y todo título nobiliario que se derive de tal relación. Desde el duelo con un aristócrata pasado de moda hasta su enamoramiento con la hermosísima y misteriosa profesora de religión de su hijo, el protagonista (Sergio Castellitto) respira la propia vida que le ha trazado el argumento como padre ejemplar, esposo fracasado, pintor obsesionado y cuestionador del status quo. Su coherente irreverencia crea una empatía inolvidable. Es de esos personajes que saben entrar dentro de la piel. Quien se acerque al film se verá tentado a situar su desarrollo en el terreno de la irrealidad. Las situaciones que suceden o rozan lo cómico o son anacrónicas y exceden la estética realista de la película. Bellochio se esmera en fundir magia y realidad en busca de vínculos profanos. Cuestionada por ciertos sectores de la Iglesia Católica y selección oficial del Festival de Cannes 2002, “La hora de la religión” fue elogiada, en su momento, por la crítica que la consideró un canto a la libertad, y de amor a la vida. Tiene mucho de Lynch (en el mejor sentido de la palabra) por su tono onírico exento de perversión. Su claroscuro es sugerente y aporta una concepción artística que se mueve entre la farsa, el drama y la comedia. Bellochio y Castellito funcionan como un matrimonio bien llevado. Director y protagonista se saben imprescindibles el uno del otro. Así descripta, el relato suaviza y humaniza los vaivenes espirituales de los personajes y sus cálculos miserables. En el fondo, la gran batalla que propone Bellocchio es la que se da entre un Dios invisible y otro pagano que sentimos vibrar. El amor paterno que expresa el protagonista por su hijo y el deseo que habrá de despertarle la profesora de religión (o agente secreto del Vaticano) de su hijo son dos expresiones de esa fuerza viviente que define la conducta de los seres humanos. Al igual que en “Vincere”, Bellocchio demuestra su capacidad para musicalizar como un director de orquesta. Por ejemplo, cuando el protagonista abraza a su hermano atormentado se escuchan acordes de John Tavener, acordes que encienden la sensibilidad humana. Además, Bellocchio elige el claroscuro para pintar sus fotogramas, una composición de luz que denota el mundo emocional de sus personajes.