CINTA

Penélope y Johnny lucen con poca química

La esperada pareja formada por Penélope Cruz y Johnny Depp en “Pirates of the Caribbean” deja un gusto agridulce. Pese a las ganas que le ponen ambos, la falta de química es más que evidente en esta cuarta entrega en la que, más que faltar, sobran cosas. Piratas, bucaneros, batallas, barcos y tesoros. Hasta ahí nada nuevo en esta “Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides”, que hace ya la número cuatro de una saga taquillera y a la que se está exprimiendo el zumo hasta su última gota. Para justificar la continuación, a la salida de Keira Knightley y Orlando Bloom ha seguido la llegada de Penélope Cruz, Ian McShane, Sam Claflin o Astrid Berges-Frisbey. Y hasta han aparecido unas deslumbrantes sirenas que ofrecen el espectáculo visual más destacado de una película bien producida pese a que se barajan cifras de costes considerablemente menores a las de la tercera entrega (“Pirates of the Caribbean: At World’s End”, que contó con un presupuesto de 300 millones de dólares). Pero pese a las brillantes batallas -se nota la mano de Rob Marshall, responsable de títulos como “Nine” o “Chicago”- su principal lastre es lo que debería ser su principal valor: la pareja protagonista. Penélope Cruz está bien en su papel de pirata Angélica con historias pasadas con el más temeroso que temible Jack Sparrow. Y Johnny Depp en su línea entre gamberra e irónica en su interpretación del pirata más taquillero del cine. Pero la pareja no funciona como pareja y eso es algo con lo que es difícil lidiar en una película.

Tags relacionados