CINE

‘Piratas del Caribe: en aguas misteriosas’

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Armando Almánzar R.Santo Domingo

En efecto, como comienza el subtítulo que le endilgamos a este “Pirates of the Caribbean: on stranger tides”, “nunca segundas partes fueron buenas”. Pero resulta que la presente no es una segunda parte, no es ni siquiera una tercera… es la cuarta parte y, cuando llega el final (un final que, por cierto, se arrastra lamentable como si los maravillosos guionistas no estuvieran muy seguros de cómo iban a redondear asunto tan tortuoso y descabellado), hasta el más desprevenido sabe que nos dejan la mesa servida para la quinta parte, quinta en la que estarán de nuevo Johnny Depp, Penélope Cruz, porque está de moda y bien pegada, y Geoffrey Rush, porque también esta pegado y esa pata de palo funciona. Mas, una cosa sí podemos decirles desde ahora: cuando asome esa quinta, no estamos del todo seguros de que la veamos. Claro, se dan los milagros, pero no creemos en los milagros de Hollywood porque a sus productores, al poderoso estudio que paga las cuentas pero que, sobre todo, cobra a espuertas, no le importa un pepino que los críticos de allá, de Europa, de América y mucho menos que un servidor digan que su producto es mediocre. Lo que les importa, única y exclusivamente, es que triplique o decuplique el monto de los invertido en recaudación. Ted Elliott y Terry Rossio son los guionistas profesionales que, según dicen, tomaron la idea de esta historieta de una novela titulada “On stranger tides” original de Tim Powers, quien debe haber recibido una gruesa suma por lograr esa “inspiración”. Y, horas después de haber salido de la sala de cine, todavía no encontramos por dónde agarrar tan resbaladizo pez, o sea, que esta historia, para nosotros, no tiene pies ni cabeza, que no es más que una larga (dos horas y diez y siete minutos) sucesión de episodios de destartaladas aventuras protagonizadas por Jack Sparrow, historia que se inicia en Londres cuando van a ejecutarle por pirata y gracias a un bobo truco sale bien librado luego de diez minutos de acrobacias en el juzgado enfrentando a unas cuantas docenas de soldados, salvado luego in extremis por su padre (¿de dónde lo sacaron?) y saliendo un pos de la Fuente de la Juventud de Ponce de León en el barco de Barbossa, para luego, sin que nadie en su sano juicio pueda explicarnos cómo, alcanzar un territorio tropical donde, ¡o maravilla!, se topan con la tal fuente aunque, claro, luego de una docena de enfrentamientos con la gente aguerrida del pirata Barba Negra, de pasarse veinte minutos enfrentados a bravías sirenas (una de las cuales, por supuesto, se habrá de enamorar de un pastor que andaba en el barco nadie sabe por qué, y de que Jack salvara a Angélica para dejarla luego abandonada con la idea ya señalada de que se unan de nuevo en la parte quinta, parte que no esperamos ni deseamos porque esto no es cine sino pura rutina en la cual un actor tan brillante como Johnny Depp se limita a repetir los gestos y tics de su inicio pero sin necesidad de actuar, agregando ahora que lo único que distingue a Rush es la pata de palo, pero no su actuación, y que Penélope es muy bonita y está ganando muchísimo dinero... También sin actuar.

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