Interesante…a pesar de todo

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Armando Almánzar R.Santo Domingo

Sucede que, durante siglos, nos han estado diciendo que gozamos de libre albedrío, o sea, que somos libres de decidir en lo que corresponde a nuestra existencia. Pero, paralelo a ello, también se insiste en que todo lo que vivimos es algo predestinado, que “fuerzas misteriosas” manejan nuestra vida, por ejemplo, si Dios, el Dios de los cristianos, el de los mahometanos, en el de los judíos, o sea, cualquier Dios, posee el poder de saber lo que pensamos, lo que vamos a hacer en todo instante, entonces todo ello es algo predeterminado. Philip K. Dick, quien siempre ha sido un escritor de ideas muy intresantes, plantea dicho aserto en uno de sus cuentos cortos, y ahora el director y guionista George Nolfi nos lo propone en un film que no deja de ser seductor, aún para aquellos que acepten la premisa que proponen escritor y creador cinematográfico. David Norris es un político joven que se postula para senador y un buen día, por pura casualidad, conoce a Elise. Ambos quedan flechados, pero cuando ella se marcha él no tiene modo de re-encontrarse con ella. Hasta que un buen día, por otra perfecta casualidad, la encuentra en un autobús, y entonces ella le da su tarjeta. O sea, que en esta oportunidad sí podrá encontrarla de nuevo. Pero entonces comienza lo muy particular de esta historia: unos seres cuyo origen, poder y misión no conocemos, se interponen entre ellos, hacen que David pierda la tarjeta y que, por ende, pierda la pista de Elise de nuevo. Pero David persiste, viaja siempre en el autobús de la misma ruta y hora hasta que, un buen día, puede verla en la acera y le recupera, y esta vez ya logran estar juntos, hacer el amor, jurarse amor eterno, etc. Pero esos seres extraños traman contra ellos, le aseguran a David que toda su carrera política se irá al traste y que la de ella, bailarina de ballet, también, y le dan claras demostraciones de su poder, ante lo cual él desiste para protegerla. Claro, todo no habrá de terminar de esa manera, pero el resto no debemos contarlo, por supuesto. Entonces, el problema reside en que usted, como espectador, puede tomar todo ese relato como un puro disparate, pero también puede tomarlo como un elemento a reflexionar sobre lo del libre albedrío. Pero, además, puede usted, como amante del cine, disfrutar de una buena elaboración cinematográfica porque, crea o no en lo que está viendo, lo que sí es cierto es que el desarrollo de esta trama tan peculiar le mantiene interesado, hace que usted desee saber aquello que habrá de suceder con David y Elise, quiénes son esos seres que poseen tan extraños poderes de manejo del ser humano. Y disfrutará, además, de otras buenas interpretaciones de Matt Damon, quien esta vez no reparte disparos ni golpes sino que se muestra desconcertado y furioso para con su destino, y la de Emily Blunt, hermosa y convincente como la gentil Elise. Un tanto desdibujada en su banda sonora, nos parece un tanto simplona, aunque sí es posible alabar con creces el trabajo de edición, que confiere fluidez a esta tan extraña historia.

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