VIDA EN LA WEB

Bellas por fuera y por dentro 

La primera vez que presté atención al dicho que reza “la suerte de la fea la bonita la desea”, sin atreverme a externarlo, pensé: ¿en serio?Y es que en una sociedad donde lo único que parece tener valor es todo lo que tiene estética, aunque no tenga sentido, cuesta creer que realmente las más agraciadas físicamente tengan algo que envidiarle a las que tuvieron menor suerte en este sentido. Pues hasta en las telenovelas que buscan aleccionarnos planteando que las “feas” tienen valor y pueden triunfar en la vida terminan transformando a las desfavorecidas protagonistas en increíbles beldades que se escondían tras grandes gafas, aparatos ortodóncicos, ropa desfasada y actitud tímida. Los canales infantiles tratan de inculcarle a los niños que lo importante es lo que se lleva dentro, pero los protagonistas de las teleseries que ven son estilizados adolescentes que caben dentro del estereotipo de perfección en la que el pelo largo, lacio, sonrisa perfecta, cutis impecable y peso ideal son la regla. Y con estas contradictorias ideas crecemos, atravesamos la complicada adolescencia (etapa en que la apariencia cobra una importancia desproporcionada) y llegamos a la adultez, ya un poco más resignados, entendiendo la inexistente conexión entre la felicidad, el éxito, el amor y la belleza. El deseo de ser bellas siempre está presente, pero si algo he aprendido en los medios de comunicación es que cualquiera con seguridad en sí mismo, actitud y creatividad puede lucir como el modelo más experimentado, robándose todas las miradas. Pues ¿quién dijo que la belleza tiene una sola definición?, y, si existiera una definición inflexible de la misma, no creo que tuviera vínculo con la perfección.

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