REALIZADOR
“Sexo en la ciudad 2”
Necedad en la ciudad
Vimos dos o tres episodios de la serie “Sex and the city” hace ya sus buenos años y, no nos gustó para nada. Vimos la película que se hizo basada en la serie de TV, o sea, presentando a los “originales” personajes creados por Candace Bushnell y Darren Star y tampoco nos gustó. Y ahora vemos la segunda parte, con las mismas “chicas” y unas cuantas apariciones “especiales” (Liza Minelli, alias “botox” entre ellas) y, si antes nos pareció muy flojo todo lo que vimos, ahora nos pareció insufrible. Siempre es posible que nos digan, como expresó con mucho aplomo una señorita que llamó hace unos días al programa “A la hora señalada”, en La X 102, que “esas son series y películas hechas para el sector femenino”. Y es cierto, como también es cierto que hay docenas de películas que se hacen pensando en los pequeños. Pero, en ambos casos, las hay excelentes, las hay buenas, y las hay mediocres: nadie osaría comparar docenas de cintas infantiles con “Wall-e”, “Toy Story”, “Shrek” o “Up”, y eso mismo ocurre con las realizadas pensando en las mujeres. Y es que el problema no reside en el destino escogido para que un film sea visionado, sino en los aspectos realmente intrínsecos del Séptimo Arte: si no se tiene un guión realmente interesante y una puesta en escena que tenga valor en sí misma, entonces no importa a quien se dedique el film, no va a ser gran cosa. Escena necia Y en este caso han recaído ambos aspectos en un desconocido, Michael Patrick King, guionista y director de este muy aburrido y desabrido desfile de modas, como muy bien lo señalara un crítico norteamericano: las cuatro chicas se pasan más horas en el vestuario cambiando de trajes que frente a las cámaras. Como eso le pareció muy poco al Sr. King, entonces se saca de la manga una de las escenas más necias y ridículas del film: varias señoras y señoritas árabes rescatan a las norteamericanas de las iras de un grupo enardecido por la evidente estupidez de la Samantha y, ya dentro de la seguridad del hogar de alguna de ellas, se quitan sus ropas tradicionales para revelar que, debajo de la negrura talar, vestían nada menos que Louis Vuiton y otros famosos. O sea, que según la muy desquiciada imaginación de King esas mujeres se pasan el día con un traje sobre otro (con aquella temperatura) a la espera de que algo le suceda a alguna yanki para entonces rescatarla y mostrarle sus verdaderos gustos…vaya sentido de la comedia y de la realidad. Pero eso nada tendría de importancia, simples necedades de un guionista sin sentido de lo que es comedia, de no ser por el hecho en sí que nos presenta no solamente esta desmadrada peliculilla sino la serie de TV y la anterior cinta: que la mujer madura de clase media alta en Estados Unidos de Norte América no tiene nada en absoluto en la cabeza que no sea sexo. Como Samantha, o estar a la moda, como las cuatro integrantes del funesto cuarteto. Y, si acaso andan a la pesca de algo que pueda salvar el honor del film, no se les ocurra pensar, siquiera imaginar que ese cuarteto puede hacer algo más que desfilar con sus flamantes trajes de última moda, ni se les ocurra que Kim Catrall, Sarah Jessica Parker, Kristin Davis o Cynthia Nixon pueden ser catalogadas como actrices en el más estricto sentido del término. Vaya, que si les da la gana de verla, pues claro que pueden hacerlo. Total, no es con nuestro dinero.