DEL DIRECTOR

Adam Brooks: “Definitivamente, tal vez”

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Armando almánzarSanto Domingo

SANTO DOMINGO.- Definitivamente, insistimos, aún pueden aparecer comedias románticas originales, muy bien hechas y con un reparto de primera categoría, a pesar de que los nombres de quienes lo componen no son famosos ni son de los que más cobran.

Adam Brooks es un nombre al que habrá que poner atención en los próximos años, porque, a no ser que se deje arrastrar por el mojiganguismo y el dinero fácil de Hollywood, podrá hacer formidables trabajos. Brooks es el guionista y director de esta comedia romántica que nos ha conquistado.

Y en su historia, conocerán primero a Will Hayes, un hombre joven, pero pasando por el trance de la separación de su esposa, cuyos mejores momentos son miércoles y viernes porque esos días pasa a recoger a su hijita Maya.

Y ese día, cuando se inicia nuestra historia, Maya y sus compañeritos de curso han recibido clases de educación sexual y se ha formado tremenda pelotera con chicos y padres, y ella, Maya, que es una avispita pizpireta y muy inteligente no sólo comenta con Will sobre el sexo, sino que, de buenas a primeras, inquiere sobre el porqué de la separación de sus padres.

Entonces Will, tomado desprevenido, decide hacerle la historia de su vida y sus amores, para que ella, al él ir cambiando los hombres de las protagonistas, trate de saber cuál de ellas es su madre. Sabemos, claro, de Emily, la novia de Will cuando vivían en Winsconsin y el partió a N.Y. para trabajar en la primera campaña de Clinton, 1992, luego de Summer, a quien Emily envía un paquete que resulta ser un diario íntimo sorprendente, y que mantiene una relación con su profesor universitario, Roth, y luego de April, quien trabaja junto a Will en la campaña aunque no por filiación, sino por paga simple y directa.

Las relaciones de Will con ellas van surgiendo, tornando y cambiando con el pasado de los años y es a través de ese rastro emocional, a ratos alegre, a ratos meloso o triste, que Maya tiene que pescar pistas para saber cuál de ellas es su madre pero, sobre todo, con cuál de ellas habrá de quedarse Will, quien se muestra indeciso durante todo el desarrollo de los hechos que cuenta, se ha sentido captado, conquistado por ellas, y es la niña quien, al final, le descubre la dirección que habrá de tomar, le da la pista que aclara el sentido de su pasión por una de ellas.

Interesante la historia, muy bien llevada en el guión, mejor aún manejada en la concatenación de los hechos a través de las imágenes, emotiva, graciosa, elegante y sentimental sin caer en lo meloso ni en lo cursi.

Pero, sobre todo, algo que es fundamental para el eficaz redondeo artístico de la obra: muy, muy bien interpretada.

Ryan Reynolds es Will y su desempeño es más que adecuado, es cabal, es rotundo en sus sutiles cambios de actitud, en su enfrentamiento a la vida que le ha tocado en lo político y lo sentimental. Rachel Weisz es adorable como Summer, la coqueta pero fiel a su trabajo.

Elizabeth Banks es Emily, la esposa con sus vaivenes amorosos hacia Will, y la joven Isla Fisher es April, caprichosa, voluble, adorable en todo instante. Y terminamos con Abigail Breslin, la Maya, que es una niña con más talento que más de la mitad de los grandes intérpretes de Hollywood, y que en su personaje es un verdadero disfrute.

Podríamos añadir a Kevin Kline en el rol secundario del profesor Roth, excelente, para completar un cuadro formidable, sin despreciar a un estupendo grupo de secundarios que rodea a Will en su trabajo. No hay más que hablar: que la recomendamos efusivamente.

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