DESDE LA ÚLTIMA BUTACA

Partition

I Una historia sin un buen guión portará siempre las manchas de la humedad. No importa que se refiera a temas cercanos al hombre y a su problema individual. De nada valdrán las coincidencias, los gustos personales y la identificación con los escenarios donde se desarrolla. Una buena historia, para ser llevada hasta sus últimas consecuencias en materia de arte cinematográfico, necesita de una “guía para la acción” lo suficientemente bien escrita que haga corresponder el interés que despierta la narración con la calidad que se logre en la puesta en escena. Es igual a la presencia individual: no se sale a la calle con la ropa sucia, la cara sin rasurar, y despeinado. El filme canadiense “Partition” es un buen ejemplo de lo que se denuncia en el párrafo anterior. Es una historia que, fuera del contexto cinematográfico, nos revuelve la piel con todas sus marcas y lunares por lo que tiene de aviso contra el peligro de la xenofobia. El marco histórico no es la Alemania fascista, ni la Guerra de Secesión de Estados Unidos. Ahora estamos en la India recién salida del dominio inglés, precisamente en los días de la expulsión de los musulmanes de su territorio y de la creación del Estado de Pakistán, el cual estaría “dedicado” a albergar a los practicantes de esa religión. En ese contexto, se desarrolla un episodio de amor, mezclado con sangre y odio, hasta su inevitable desenlace. Sin embargo, al analizar este producto con la mirada de la técnica del cine, lamentablemente quedan ciertas fisuras, heredadas de ese guión melodramático, desproporcionado en tiempo y espacio, con muy poca coherencia y a todas luces poco trabajado en sus aspectos fundamentales como pueden ser la fotografía, la música, el vestuario, el maquillaje, la ambientación y el diseño escenográfico. Evidentemente, el director se dejó llevar por la dimensión de la historia que tenía en sus manos. Sus protagonistas navegan por la línea divisoria de la credibilidad y la extrañeza, incluido el mismo protagonista, quien es trabajado psicológicamente con demasiada ingenuidad. A veces es sublime y otras veces tonto. No parece haber salido de las mismas entrañas de la guerra donde no sólo mató a cuanto inglés se interpusiera en la boca de su fusil, sino que no vaciló en asestar un balazo a su amigo antes que permitir que éste se ahogara en la trinchera. Por el contrario, Vic Sarín lo presenta con un ángulo psicológico demasiado abierto, muy cercano al samaritano desmedido en bondad, incapaz de alzar la voz y demasiado “disciplinado” ante el poder. El resto del elenco parece reproducir el peor mimetismo. Sarín no inculcó en sus personajes los rasgos de la tragedia humana con elegancia artística porque, en definitiva, su mayor empeño fue “la denuncia”, el “mensaje”, el “valor” de una odisea y no la creación de un producto cultural que, con esos mismos elementos, resistiera el paso del tiempo. Tal vez el único personaje que añade a su rol ciertos rasgos de evolución interior es la actriz Kristin Kreuk, quien encarna a la protagonista musulmana que convence al auditorio a pesar de cierta dosis de sobreactuación en las escenas de su cautiverio en Pakistán. Con estas sutilezas, “Partition” conmueve y emociona y su visionaje no puede desdeñarse aunque al final aceptemos la tesis de que no estamos frente a una obra de arte terminada. Ficha técnica:País: Canadá. Duración: 116 min. Director: Vic Sarín. Año: 2007. Guión: Patricia Finn y Vin Sarín. Reparto: Jimi Mistry, Kristin Kreuk, Neve Campbell, John Light y Irfan Khan Sinopsis: Trata sobre la formación del Estado de Pakistán a partir de la expulsión de los musulmanes de la India, lo que trajo como consecuencia el odio y el sectarismo. Gian Singh salva y protege de una masacre a una joven musulmana, con quien posteriormente contrae matrimonio y llega a formar una familia. La paz y la armonía del matrimonio se pone a prueba cuando ella decide visitar a su familia en Pakistán.

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