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Pesadillas en los niños: más que un simple sueño

Las pesadillas pueden ser provocadas por un evento traumático que el niño experimente, una emoción negativa o un estado de ansiedad.

Las pesadillas se caracterizan por la presencia de sueños recurrentes que pueden ir de desagradables a terroríficos, y regularmente son prolongados y elaborados. PIXABAY

Las pesadillas se caracterizan por la presencia de sueños recurrentes que pueden ir de desagradables a terroríficos, y regularmente son prolongados y elaborados. PIXABAY

Las pesadillas son recu­rrentes en los primeros años de vida de los niños, debido a que estas pueden servir como un medio pa­ra expresar lo que sienten con respeto a situaciones que resultan inquietantes para él, según afirman di­versos especialistas de la conducta.

“No se sabe con certeza la razón por la que ocurren los sueños, pero sí es co­nocido que pasan duran­te la fase MOR, etapa más superficial del sueño, que transcurren pasados los 70 primeros minutos de es­tar dormido, y es donde se detecta una mayor activi­dad mental”, así lo explicó Claudia Pimentel, psicólo­ga terapeuta sistémica.

Aclaró que las pesadi­llas suelen ocurrir durante la segunda mitad del sue­ño nocturno, cuando las fases MOR son más largas, y que estas son imágenes mentales proyectadas de manera vívida, que se ex­perimentan como reales en el niño y desencadenan emociones fuertes.

¿Qué las provoca? Pimental informó que te­ner un día sobre estimu­lado, con exceso de activi­dad física o mental podría generar pesadillas. Desta­ca que la exposición a las pantallas, por lo menos dos horas antes de dormir, producen una mayor ac­tividad mental durante el sueño, así como ver pelí­culas o series de terror an­tes de dormir.

Apuntó que un trauma psicológico puede ser el causante de una pesadilla, y que cuando se generan por este motivo, suelen ser más frecuentes, persistentes y mucho más vívidas.

En ese sentido, Kenia Aquino, psicopedagoga y gerente del Centro Especia­lizado de Servicios Psico­pedagógicos Oriental (Ces­po), detalló las razones por las que pueden los referidos episodios al dormir.

“Si está estresado, si cru­za la etapa en que se está acostumbrando a ir solo al baño, o si las pesadillas ocu­rren en un niño entre nueve y 12 años, puede ser debi­do a incertidumbres por los cambios físicos y emociona­les que le ocurren durante esa etapa de la pubertad”.

Otros elementos que considera como causantes son: si el niño está tomando algún medicamento, si su habitación es muy oscura o si se siente inseguro. Asi­mismo, por algún trauma, maltrato o violación.

Tratamiento María Arias, neumóloga de trastorno del sueño, expli­có que las pesadillas perte­necen al grupo de las para­somnias, aunque no suelen estar asociadas con un sín­toma primario de insomnio o somnolencia excesiva, se consideran trastornos clíni­cos, debido a las posibles le­siones resultantes; sin em­bargo, pueden tener efectos adversos para la salud y psi­cosociales de los pequeños.

Argumentó que hay dos tratamientos para el ma­nejo de las pesadillas noc­turnas: uno consiste en es­trategia psicoterapéutica y que han probado ser efecti­vas para el manejo del tras­torno por pesadilla. La se­gunda, son tratamientos farmacológicos, que han mostrado efectividad en ensayos clínicos a pacien­tes con trastornos de estrés postraumático.

EXPERIENCIAS Riesgos a largo plazo Estudio. En un estudio realiza­do en 2014 por el equi­po de la Universidad de Warwick, en Inglaterra, se concluyó que las pe­sadillas y los terrores a largo plazo estaban vin­culados a un mayor ries­go de problemas menta­les más tarde en la vida. Estiman que aproxima­damente 47 de cada 1,000 niños tienen al­gún tipo de experiencia psicótica.

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