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Vida de Adultos (2 de 2)

Riesgo de replicar educación basada en la violencia

Cuando la periodista Diane Sawyer entrevistó a Rihanna en 2009, respecto a su episodio de violencia con su expareja Chris Brown, muchos se estremecieron al enterarse de que la artista había vivido una niñez dentro de una atmósfera de violencia, donde su padre le pegaba “severamente” a su madre muchas veces, y donde “no quería dormir algunas noches, porque estaba muy asustada”.

En esa misma entrevista, explica la manera en que la negación la hacía justificarle y verle diferente a lo esperado.

Para algunos profesionales, como la psicóloga clínica Karina Tavárez, esa resistencia a salir del círculo vicioso puede estar estrechamente relacionada con las referencias de la infancia, con padres violentos, donde uno ellos permiten el maltrato, por la razón que sea, y se convierte en un tipo de modelo.

Normalizar la violencia Existen distintos tipos de violencia que trascienden a la física o emocional; incluso, dentro el seno familiar se da una violencia inconsciente o una violencia normalizada que es mucho más peligrosa, según explica Iliana Rosario, comunicadora social, educadora y especialista en comunicación asertiva.

Para la dama, cuando el agresor o agresora está consciente de que está haciendo algo mal o lo hace de forma escondida, existe cierto conocimiento de base, lo que se debe a que venimos de una sociedad que ha normalizado las conductas de violencia.

“Una pela es normal porque a mí me dieron pela y mira donde yo estoy; me crié y estoy viva, no me mató”, argumento que ejemplifica, según explica Rosario.

El problema con ese tipo de conductas normalizadas, apunta, es que son mucho más peligrosas porque crean secuelas silenciosas en las que si alguien normaliza la pela o la “galleta” que le dieron, cuando las recuerda traen en él o ella un trauma no trabajado.

“Repercute de una forma tan negativa y peligrosa a nivel social. Caemos en ese círculo vicioso social, en el que somos afectados, estamos replicando un sistema social violento y no nos damos cuenta; eso lo vemos en niños con comportamientos agresivos, que en el colegio que si el otro me da yo le doy más duro; si la maestra me habla duro, le contesto”, resalta.

Rosario entiende que lo que se vive en la casa es lo que se replica afuera, por ende hay que cuidar de eso.

Repetir patrones Nicolás Reynoso, quien es padre de dos adolescentes, testimonia que el peor día de su vida fue cuando le pegó a su hijo, siendo apenas un niño.

“Le pegué tan fuerte que lo marqué. Se puso muy rojo y esa área estaba hinchada. tenía vergüenza de mí; no quería verle. Esa noche no dormí, solo podía llorar”, explica.

Para él, eso tuvo mucho que ver con la forma en la que lo criaron. Recuerda que esa era una forma de corregirlo, pero “para mi fortuna y la de mis hijos entendí que no tengo por qué repetirlo”, aunque es difícil ponerlo en práctica”.

ILIANA ROSARIO. Explica que los recuerdos de algunas personas que crecieron con maltrato hacen que repitan. Son los mismos que dicen Me pegaban con correa y mírame, no me morí.

PREOCUPACIÓN. Los traumas que un menor maltratado pueden ir hasta su vida adulta, y verse en distintos contextos sociales. Incluso, pueden engendrar más delincuencia, según psicólogos.

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