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SONAJERO

Julia

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Grisbel Medina R.Santo Domingo

La joven es abogada. Trabaja en Alianza Discapacidad, un colectivo no gubernamental para fortalecer las capacidades de las entidades de personas con discapacidad. Es Julia Martínez, dueña de una condición que le impide levantar la mano izquierda y caminar completamente erguida.

En una capacitación donde coincidimos, relató la manera en que un abogado, de una firma “muy reconocida” de Santo Domingo la invalidó con sus palabras. Intentó empequeñecerla con la dureza de su voz, con el arma de la discriminación.

Los dardos verbales mortificaron a la abogada, quien respiró un par de veces y se enfocó en hacer su trabajo en el tribunal.

Fue tan magistral su exposición que el “prestante” jurista del “reconocido bufete”, se quedó mirando a la muchacha de piel de ébano y ojos muy grandes. La manera de excusarse fue buscarle el lado, poniéndole conversación. En muchas ocasiones, Julia enfrentó episodios similares en los tribunales. Aprender a hacer valer sus derechos la cobijó de fuerza y hoy es mirada con respeto y admiración.

En República Dominicana, pese al trabajo de diversas organizaciones, persiste la costumbre de inhabilitar a una persona por una condición X. Lastimosamente el prejuicio va delante de la empatía y la comprensión.

Nuestro país adolece de miradas apreciativas, como escuché decir al conferencista español Álex Rovira en Santiago. Contemplar con estima nos permitirá buscar los dones en los demás, no aniquilarlos con la furia del desprecio.

Julia y muchas otras personas vencen las miradas de la subestimación y el comentario malintencionado en una sociedad que todos los días les acorrala. Es un reto superar la miseria moral que dispersa burla y compasión. Las personas con discapacidad no suplican su pena, ni la mía. Requieren respeto a sus derechos. No lo olvide.

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