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Jordi Veras: “Pasar la página no es fácil, pero es necesario”

Le agradece a Dios en muchos momentos el milagro de estar vivo, pues “No estaba en los planes”, afirma. ONELIO DOMÍNGUEZ/LD.

Le agradece a Dios en muchos momentos el milagro de estar vivo, pues “No estaba en los planes”, afirma. ONELIO DOMÍNGUEZ/LD.

Luego de 9 años de aquel indeseado episodio en la vida del abogado y comunicador, Jordi Veras, cuyas consecuencias han sido imborrables, su día a día le ha representado un trayecto de fuertes retos. “Eso cambió mi vida profesional, familiar, personal y también la de mis cercanos. Yo tenía planes”, asegura.

Aparte de las implicaciones de salud, ¿Qué ha sido lo más difícil en estos años? Haber durado cuatro años sin trabajar y tener que reiniciar. Después de ser un hombre con mucha actividad, y que te digan: siéntate, que es en cuatro años que vuelve el tren. Yo tenía muchos planes y muchos proyectos. Aunque la gente dice que se compensan muchas cosas, nada compensa un sistema de vida, pues detiene muchas cosas que no tienen que ver solamente contigo, sino con hijos, esposa y familia en sentido general. Hace casi año y medio o dos años que me he reintegrado. Pero es como cuando empiezas a mover una máquina que la tenías retenida.

Así como el caso de David Ortiz, el suyo inicialmente se trató de ligar a problemas de “faldas”, ¿qué opinión le merece esa recurrencia? Me preocupa, y lo digo como comunicador también, que en la sociedad dominicana nos estemos concentrando tanto en el morbo. El de David Ortiz, aunque son casos diferentes, tienen un hilo conductual que es el mismo crimen organizado del sicariato. El ensañamiento era por si era falda o no, y no si estaba vivo. Era el tema central, mientras él estaba debatiendo su vida; la gente estaba más pendiente en si realmente existía una mujer. Yo me vi en ese espejo, porque me vino el recordatorio total, aunque sean casos distintos.

Cuando me ligaron con falda, tengo que reconocer que nunca mi esposa me cuestionó; y eso es un apoyo que no tiene precio.

Para muchas personas fue sorprendentemente rápida su recuperación, ¿a qué se debió? Tuvo mucho que ver con mi condición física. La recuperación de la piel en las cicatrices para los médicos fue muy rápida, y ellos aducían eso al ejercicio. Nunca se me subió la presión. No es que te conviertas en un atleta, si no que te ames. La primera obligación de un ser humano es amarse a sí mismo.

Cuando habla de que en todo el proceso vió milagros, ¿a qué se refiere? Duré seis meses con la mandíbula cerrada. Me sugirieron operarme, y era de alto riesgo, porque podía perder la vista del lado izquierdo, y ya había perdido el del derecho. El día antes de la operación, poco antes, le pedí a Dios que me diera una señal si él no quería que me operara. Y al llegar al médico para la operación programada en Estados Unidos, me dijo que ese día había determinado que mi problema era muscular y no óseo. Que no tenía que operarme.

Agadezco a Dios ver crecer a mis hijos, pues no estaba en los números; haber cumplido 50 años, tampoco. Eso lo agradezco.

Aprendizaje. “He aprendido que las cosas en la vida cuando te ocurren quedarte en el lado de la víctima no te hace ninguna producción. No te ayuda en nada, simplemente para tenerte lástima o para que otros te la tengan”.

Le marcó el juicio. “El hecho de sentirme liberado. Cuando se dictó esa sentencia la gratitud fue total. Cuando se dio esa decisión para mí fue como la consagración de una larga batalla. En ese momento habíamos llegado a casi 50 reenvíos”.

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