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SONAJERO

El Big Papi

A fuerza de batazos, David Ortiz, el Big Papi de gran corazón, erigió una carrera honorable. Ha sido gente dentro y fuera del terreno de juego. En su país, a través de la fundación que lleva su nombre, corrige complicaciones cardiovasculares a decenas de niños y niñas.

Gracias al Fondo para la Niñez David Ortiz, descendientes de familias muy pobres han sido sometidos gratuitamente a dilataciones de válvulas pulmonares y aórticas; coartaciones de aorta con “stent” y cierres de comunicaciones interauriculares. El grado de complejidad de las cirugías, lo cual eleva el costo, no le ha importado al Big Papi. Su norte es el bienestar de la niñez con enfermedades cardiacas que de otra manera hubieran fallecido.

El dominicano que al batear un jonrón miraba hacia arriba y apuntaba hacia el cielo en homenaje a su madre Ángela Rosa Arias, quien murió en un accidente automovilístico a los 46 años, era la última persona que creímos anotar en la lista de atentados criminales en RD.

La noche del 9 de junio se durmió muy poco en el país. El pueblo siguió las noticias, consumió cada audio, fotografía, versión y video sobre la tentativa de asesinato contra David. El expelotero fue impactado por un disparo en la espalda baja con salida, mientras compartía con amigos en la terraza de un centro de entretenimiento en Santo Domingo.

Trasladado al Centro Médico Dr. Abel González, David Ortiz fue operado con éxito por dos médicos dominicanos, cuya sabiduría en un momento difícil hizo la diferencia entre la vida y la muerte. Los medios internacionales, muy dados a difundir horrores sobre República Dominicana, han sido mezquinos. De ninguna manera reconocen que fueron dos cirujanos dominicanos (Abel González y José Abel González) quienes salvaron al Big Papi.

En el país, la Policía y el Ministerio Público tienen la pelota en su cancha. Aspiramos que no se ahorren información de una triste confabulación que nos importa tanto como la salud de David.

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