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Costumbre

Más de tres décadas de labor mercadeando con una sonrisa y el corazón

Avangelista Faña.

Avangelista Faña.

Cuarenta años trabajando en este lugar es cuanto suma la estancia de Evangelista Faña, un hombre que a sus 76 años se siente dichoso y entiende que si algo le ha ayudado a mantenerse es saberse administrar, por la razón de que es clave para quienes trabajan ese tipo de negocio.

“¡Si tengo mi comida aquí, qué voy hacer para otra parte!”, exclama el “don”. Entiende que allí tiene seguro lo que necesita, y debido a eso se ha mantenido y ha sustentado a sus siete hijos con esto. Admite que si hubiera tenido mejor maneo económico estuviera mejor posicionado. Su experiencia le ha llevado a utilizar el horario más temprano del día, que según afirma es el más productivo, así que sale a las ventas a las 5:00 a.m. y termina al medio día.

Feliz y sonriente

Con su auyama en manos, y lista para pesarla, Ángela Cabrera más que parecer feliz, lo es. Cuatro décadas han transcurrido desde que llegó al puesto que aún ocupa para vender sus verduras. Detalla que no se imagina fuera de ahí, porque después de tantos años “se hace una costumbre. Me hace falta estar aquí”. Sus once hijos, de los cuales cuatro no están con vida, fueron criados con este trabajo, que desempeña con mucha felicidad, a pesar de que desde hace unos meses “se consigue poco, y está siendo difícil conseguir el moro”.

Historia compartida

A Ramona Blanco, como a la mayoría de quienes tienes más tiempo en el Hospedaje, les han llevado sus padres allá. Su madre que tienen 93 años de edad, hace solo cinco de estos que no trabaja. Oriunda del sector Don Pedro, Blanco expresa que se ha mantenido allí por falta de opciones, además de la edad.

Le frustra lo mal que está la situación para ellos con las bajas ventas, y critica que a pesar de que se ha mejorado la apariencia del lugar y de que continúan limpiando, las personas siguen tirando la basura en los contenes.

Años del olvido

Escobas de guano, jengibre, coco, cigarros, guatapaná, palos de cuaba, miel de abeja, entre otros, son los productos que ha vendido Manuel Tavares, en su puesto, durante casi 50 años; un “casi” que no recuerda de cuanto es, porque sus 90 años de edad le han hecho olvidar.

Además de trabajar aquí, también trabajó en el campo mucho tiempo, para criar a sus cuatro hijos, en la localidad de El Guano, del municipio Baitoa, lugar que le vio nacer. Es el alma del grupo, casi todos lo conocen. Los hace reír.

Manuel Tavárez.

Ramona Blanco . ONELIO DOMÍNGUEZ/LD.

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