De soslayo

Actualmente participo en varias mesas de trabajo, en juntas de planificación para avanzar en proyectos. Nos reunimos en oficinas, en restaurantes, en parques. Hasta en el estacionamiento resumimos puntos para avanzar en el plan.

Uno de los proyectos es una feria, una cita que atrae a miles de personas. El otro es un aniversario con un conferencista de lujo. El tercero la continuidad de una iniciativa de servicio y la cuarta una actividad formativa de alto nivel.

En esas rondas de opiniones se edifica. Se dedica tiempo (un recurso fundamental y calvo en estos días) para que el desarrollo navegue en excelencia. Cada junta la integra entre 5 a 8 personas. Grupos pequeños forjando experiencias que impactaran a miles de personas.

En esos escenarios la política entra de soslayo. Sobre todo la confrontación entre las tendencias de Danilo Medina y Leonel Fernández. En la mesa como tal no se habla de política, pero cotejando temas transversales sale a flote la campaña, los meses electorales y entonces brotan los miedos. Ayer, una amiga me confiaba que cambiaron fecha de bodas para después de las elecciones ¨por si algo pasa¨.

República Dominicana lleva la política en la piel. Actuamos como si en cada elección el mundo se fuera acabar. En el trajín hay gente que pierde la vida en conflictos. Gente enemistada para siempre por diretes de partidos. Y eso evidencia el gran desafío de civilidad. El reto de aprender a respetar las diferencias. A debatir sin agredir.

El ejercicio de la política no puede atentar contra el desenvolvimiento nacional. No avanza un país tocado cada cuatrienio por los miedos y cuidados de las elecciones. Un Estado no puede estar eternamente en campaña. Defendamos los grupos de personas que organizan, planean e impulsan iniciativas sociales, civiles, económicas. Evitemos que el deseo de hacer tropiece con la burocracia, inercia e inoperancia que tantas veces auspicia la politiquería dominicana.