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SONAJERO

De espalda al mar

La familia disfrutaba un baño en la playa, en amorío espléndido con las olas del Atlántico. Un par de adultos y tres niños. El padre halló un pedazo de vidrio y más tarde sacó un “caco de botella” del agua salada. Silenciosamente salió a botar el filoso peligro para los pies desnudos de sus hijos.

Era una playa cotizada, donde la gente más pudiente suele llegar en helicóptero. Arena blanca y kilómetros de cocoteros. Un trecho estrecho para llegar y un premio de la naturaleza contar con lugares como ese en República Dominicana.

Al día siguiente, antes de regresar a casa tocó un último chapuzón. La familia escogió otra área de la inmensa playa tocada por personas de distinto idioma y nacionalidad. Esta vez no fue vidrio sino latas las que flotaban en la playa. A simple vista una de aceituna y otra de salchicha. Y tuvieron miedo de avanzar. Se quedaron en la orilla, donde pudiesen ver donde tenían los pies.

Al año, diversas organizaciones y empresas organizan jornadas de limpieza en playas dominicanas. Fundación Vida Azul, Ministerio de Medio Ambiente, el Grupo M, son algunas de las entidades que realizan estas acciones de manera constante. Es gente dispuesta a recoger el desperdicio de otros, la basura de conciudadanos indolentes ante los recursos naturales. Avergüenza que disfrutemos sin observar respeto por los espacios. Que gozarse la playa sea sinónimo de dejar una pila de botellas, plástico, basura.

Vivimos rodeados de costas y al mismo tiempo de espaldas al mar. Somos el verdugo de los ríos y de las playas, de los árboles, de animales y de las aves. De todo cuanto respire y ofrezca beneficio a la humanidad. Es una realidad poco alentadora que nos calcina y nos hiere cual “caco de botella” lanzada sin reparo a las aguas del mar.

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