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Labor por vocación

Existe una gran diferencia entre las personas que se dedican a labores por vocación y quienes responden a otras motivaciones, pues los apartes de la satisfacción interna que le produce el simple hecho de hacerlo, aprovechan cualquier ocasión para servir y realizar esa labor que tanto les apasiona, y que sienten vino con ellos desde pequeños. Luis Alfredo Morales, Mario Pérez y Luis Francisco Calderón son tres ejemplos de lo que es amar una profesión o un quehacer. Son de tres provincias distintas, y son una muestra de que la vocación puede transformar los trabajos en pasatiempos y dar más a la sociedad de lo que se piensa. ((Según algunos especialistas, realizar labores motivados por la vocación proporciona una serie de resultados positivos que van más allá de la misma persona, pues se extienden hacia su entorno, y repercuten en toda la sociedad. ((Guiarlos desde la infancia Canalizar ((Seguimiento y ayuda Esto de encaminarse en lo vocacional desde que se es joven depende en gran medida de cómo los padres y madres lleven el proceso educativo y formativo de sus pequeños y pequeñas, ya que se pueden desviar si no cuentan con el adecuado seguimiento y apoyo. En ese sentido, Katherine López Cabrera, orientadora pedagógica, entiende que eso de la vocación es posible canalizarse en los pequeños.

“Hay que dejar ser a los niños, y una vez te des cuenta de cuáles son sus gustos e intereses, reforzarles esa parte. Tratar de que una persona desde la infancia entienda o tenga claro que lo que más importa es lo que le gusta a él, que debe hacer lo que le hace feliz a él, no a los demás”, enfatiza López Cabrera.

Recomienda a quienes no están seguros de estar en la carrera por vocación, orientarse bien, buscar ayuda profesional, si es necesario, o asegurarse de esa labor que ejercen o ejercerán diariamente a lo largo de su vida.

Incluso, considera la posibilidad de voluntariado como una forma factible, ya que a su entender se relaciona directamente con lo vocacional, puesto que eso “es algo que haces por gusto, porque te hace sentir bien, tanto contigo mismo como con los demás. Todo lo que se hace por gusto y con amor se considera vocación”, concluye la orientadora.

La felicidad de hacer una labor por pasión “Me di cuenta de que me gustaba la medicina cuando mi madre me llevaba al pediatra y yo veía cómo las enfermeras y médicos trataban a los pacientes con amabilidad, y con ese deseo de ayudar a curar a otros”, cuenta Luis Alfredo Morales, un joven oriundo de La Isabela, Puerto Plata, que aprovechó cada oportunidad que tuvo para poner en práctica esa labor que lo enamoró cuando era tan solo un niño.

Con una larga lista de voluntariado, inició sus primeros pasos cuando decidió entrar al bachillerato técnico a estudiar enfermería en el 2007. “Desde ese momento comprendí que quería ser parte de ese grupo de personas que busca la manera de que los demás se sientan bien”, manifiesta.

Entre los trabajos voluntarios que ha realizado, figuran: Jornada de vacunación, ayudó a la limpieza de una playa para evitar enfermedades en los visitantes, llenar finchas médicas a familias de diversas comunidades para control de enfermedades, entre otras. Pero, si algo le terminó de convencer de que estaba en el área correcta, fue cuando trabajó como enfermero por poco dinero, y no le importó, y cumplió siempre su horario y con entusiasmo, porque “cuando uno trabaja lo que le apasiona, no siente cansancio físico ni mental”.

Mario Pérez, quien se dedica a las artes escénicas y es de Santiago, comenzó como la mayoría, según comenta, “En obras escolares y en la iglesia, luego empecé a reunirme con diferentes grupos de actores para colaborar”, detalla.

Su principal motivación fue saber que puede ser parte del impulso a dar lo que tiene sin esperar nada a cambio; dar lo mejor de sí, y entregarse por completo para llevar una sonrisa a los demás.

Está seguro de que está en lo que hace por vocación porque cuando le contactan para participar en algún proyecto, suele estar de acuerdo, siempre que se hagan con responsabilidad y buen criterio.

El amor a las flores y la jardinería desde que vivía con su padre y quien se dedicaba a sembrar fue lo que llevó a Luis Francisco Calderón a hacer de eso su mayor felicidad.

En su provincia natal, Montecristi, lo que más le apasiona es servir a través del mantenimiento al parque, donde según afirma nunca ha querido que le paguen por su trabajo, y solo ha recibido dinero si es como donación para el bien de ese lugar común.

Vela por la naturaleza y va siempre a mojar sus flores porque asegura “Soy voluntario por pasión”.

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