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Por amor al arte

Diversos profesionales se dedican a enseñar sus conocimientos artísticos de manera voluntaria porque aman lo que aprendieron. A pesar de eso, requieren del apoyo de quienes disponen de los recursos y las facilidades.

Diversos profesionales se dedican a enseñar sus conocimientos artísticos de manera voluntaria porque aman lo que aprendieron. A pesar de eso, requieren del apoyo de quienes disponen de los recursos y las facilidades.

Ya sea en canto, baile, actuación, pintura u otra expresión artística, existen personas que por el arte o la enseñanza del mismo reciben remuneración económica, sin embargo, también hay otras que brindan su tiempo de forma voluntaria para educar o entretener al público, recibiendo como único beneficio un reconocimiento en aplausos.

Se puede decir que quienes se dedican a aportar a la cultura con su talento artístico de forma gratuita son personas que realmente tienen gran pasión, ya que sin importar los recursos ponen empeño en lo que hacen: solo por amor al arte.

Máximo Vega, gestor cultural, quien trabaja en barrios dando clases de danza y pintura junto a un equipo de artistas, indica que se han dado cuenta de que con los talleres ayudan a cambiar la vida de muchos niños y jóvenes que no tiene los recursos para pagarlos, con la intención de que tengan otra visión del mundo a través del arte.

“Realmente es una vocación. Nosotros hemos graduado miles de niños, hemos dado talleres... creo firmemente que esos talleres mejoran la vida de los niños, de las mujeres, de los jóvenes, de mi ciudad y de mi país. Buscamos acercarlos al arte, sensibilizarlos, educarlos, pero, también, sacarlos de las calles, y hemos visto los resultados”, manifiesta.

Mario Pérez, quien toca guitarra, pinta, toma fotografías y actúa, explica que, imparte talleres de artes corporales con el fin de compartir sus conocimientos para ayudar a expandir las artes y aportar a quienes están interesados en involucrarse.

Resalta que busca dar lo mejor, a pesar de que no está siendo remunerado por ello.

Pérez aconseja a otros artistas que vivan la experiencia de poder brindar el talento que tienen, ya sea mostrándolo o enseñándolo, sin esperar nada a cambio, ya que así conocerán el verdadero sentido del arte. “Si no están dispuestos a hacerlo, pues lo que hacen no es arte, sino un negocio”.

Plantea como alternativa para no descuidar los intereses, el buscar la manera de apartar un día para compartir sus experiencias y brindar a los demás sus servicios, pues entiende que con esta acción también se dan a conocer, y “nunca sabemos quién pueda estar presente y más adelante pueda requerir nuestro servicios”.

¡DAR MÁS!

Ignate Arredondo, maestra de ballet clásico y voluntaria en clases de danza confiesa que, realiza esta obra por la satisfacción de ver que niños que no pueden costear las clases aprenden algo de ella.

“Es de gran satisfacción saber que de una manera u otra pudiste poner un grano de arena en esta sociedad”, expresa.

Al preguntarle sobre qué otra razón tiene para dedicar tiempo a enseñar sin lucrarse expone que: “Pienso en si ese fuera mi caso, pues también me gustaría que alguien desinteresadamente me puediera ayudar en el crecimiento artístico”.

“Debemos de olvidar lo económico y dar, para recibir el mejor pago: la alegría y la satisfacción de hacer crecer a una persona en lo que le gusta. Para mí es una experiencia súper nutritiva, tanto como profesora como en lo personal, saber que hay tantas personas que no se ponen límites por su nivel o estatus social”, concluye.

A tomar en cuenta:

Si bien es cierto que estos artistas sienten amor por lo que hacen, no se puede obviar que son personas con gastos y que requieren un soporte monetario para sobrevivir y, aunque los aplausos alimenten el alma, hay una realidad que debe ser enfrentada.

Pérez considera que aunque el mayor beneficio de un artista que enseña o muestra sus capacidades es poder ver la satisfacción del público, también estos necesitan vivir de un soporte económico. En este orden considera que, para lograr que se vea también como un trabajo es necesario que alguna institución, sea pública o privada, pueda patrocinar estas actividades e incentivar más a los artistas.

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