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SONAJERO

Amós y el Teniente

Mi padre insiste en que el pueblo dominicano es bondadoso. En estos días, compatriotas residentes en Puerto Rico visitan sus familiares en Santiago. Les pregunté sobre la recuperación de la isla azotada enérgicamente por vientos de huracán el año pasado. ¡Avanza! Fue la primera respuesta y luego la gratitud por el gran apoyo recibido por los dominicanos. ®Si no hubiese sido por la burocracia de Puerto Rico, hubiésemos recibido más ayuda®, susurró mi vecina.

En los trotes para ubicar la celda donde fue llevado el joven inmigrante Amós Clervaux, la impotencia y el dolor me abofetearon. En el trayecto también afloró la bondad del dominicano. Muy cerca de donde duerme el general Acosta Castellanos, un teniente me ayudó. Marcó varios teléfonos hasta dar con el agente de la policía municipal que condujo a Amós desde La Fuente hasta el coronel apellido Victoria que supuestamente dio la orden de ®trancarlo®. Al segundo fue difícil conseguirlo. Los jefes pagados con dinero público se creen monarcas intocables.

El teniente cuya identidad reservo porque él no imagina su protagonismo en esta historia, me guio hasta el destacamento de El Ejido donde pude ver a Amós. ®No te acompaño porque estoy de servicio®, aseguró. Allí, el policía que le custodiaba me permitió hablarle brevemente y llevarle algo de comer porque al borde de la noche su garganta no probaba siquiera un sorbo de agua.

Las horas pasaron. Hablé con colegas, un abogado, con la fiscal Luisa Liranzo y con el teniente que monitoreaba hasta que le dije ¡Amós estaba libre! Con 25 años en la Policía Nacional, el ser humano solidario que Dios me puso en el camino es abogado y tiene aspiraciones de avanzar. Su lema es ®servir a quien me necesita, sin importar color, credo, ni raza® me dejó claro a través de WhatsApp, herramienta que nos permite seguir comunicándonos. ¿Le devolvieron la mercancía? Es la pregunta que me hace a modo de seguimiento.

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